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¡Hay yogur para merendar!

Escrito por Joana Alsina voluntaria de la casa de acogida

En Balmandir, a las seis de la mañana se prepara el té para los más grandes y se calienta la leche de búfala para los más pequeños. Cada día se consumen unos 5 litros de leche fresca, que durante el resto del año se terminan en un abrir y cerrar de ojos. ¡A la hora del estudio ya no queda ni una gota! Pero como algunos ya sabéis, estamos en unas fechas muy especiales y algunos de los más mayores se han marchado para celebrar el Dashain. Por esta razón cada día nos quedan unos cuantos litros de deliciosa leche de búfala. Hacer mozzarella nos pareció demasiado arriesgado, así que decidimos intentar hacer yogur.

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Transformar la leche en yogur no es muy complicado. Sólo se necesita una ración de yogur de muestra – que permitirá transformar la leche-, un termómetro – para medir la temperatura de la leche y del agua – y una yogurtera. Aquí en Bhimphedi no tenemos ni yogurtera ni termómetro, pero decidimos intentarlo de todas formas.

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Cada día cogemos dos litros de leche y la pasteurizamos. Una vez ya ha hervido, la dejamos enfriar al mismo tiempo que ponemos otra olla con agua al fuego, que hará la función de yogurtera. Una vez que la leche se ha enfriado un poco y creemos que está a 46 grados, añadimos un yogur y mezclamos, intentando que no queden grumos. Con un cucharón llenamos los vasos metálicos y los ponemos dentro de la olla al baño maría.

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Yogures al baño maría.

Cuando los tenemos todos dentro se tapa con un plato y para conservar el calor lo sellamos con cinta aislante. Una vez todo está listo lo envolvemos con una manta para guardar el calor durante toda la noche, como si fuera una yogurtera.

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Esperando consegir buenos yogures.

A la mañana siguiente, antes de hacer el té abrimos la olla y… ¡a ver qué nos encontramos! Como no tenemos termómetro un día los yogures son líquidos, otro día tienen grumos y de vez en cuando los yogures nos quedan como es debido. No nos gusta la rutina así que ya nos parece bien. Los guardamos en la nevera hasta que tenemos suficientes para todos los niños y cada tres días en Balmandir ¡hay yogur para merendar!

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El manitas de Balmandir

Escrito por Marina Viñas voluntaria de la casa de acogida

Las últimas tres semanas en Balmandir hemos tenido la suerte de tener nuestro «chispas» particular, Josep María. Desde que llegó no ha parado de trabajar. Él y su uniforme antimosquitos -mono verde y sombrero – estaban preparados para ponerse manos a la obra. Aquí de trabajo no falta. A menudo surgen contratiempos que dificultan las tareas planificadas, pero con paciencia, insistencia y persistencia finalmente todo se acaba solucionando, a menudo a martillazos.

Algunas de las puertas de Balmandir no cerraban del todo bien, pues los muelles estaban estropeados y había que ajustarlos. Después de reparar los muelles de las puertas delanteras y poner otros de nuevos en las puertas traseras de los dos módulos de habitaciones (sin instrucciones de montaje), ahora ya todo abre y cierra perfectamente.

También había que reparar algunas mosquiteras. A estos insectos también les gusta mucho vivir en Balmandir, hay un montón. De momento no sabemos cómo eliminarlos del exterior, pero por lo menos podemos intentar evitar que se nos cuelen dentro de las habitaciones, salas y cocina. Todas las ventanas tienen mosquiteras pero algunas estaban agujereadas, así que Josep María las cambió por unas nuevas. Todos estamos más que agradecidos, ya que ser los alimentos de estos insectos no es algo que nos apetezca.

Como quizás recordaréis, hace tres semanas llegaron dos ordenadores nuevos. Pero… ¿¡cómo los enchufamos?! Tranquilos. Nuestro manitas particular hizo una ampliación de la instalación eléctrica de la sala de los ordenadores. Ahora ya podemos trabajar cinco personas a la vez, cada uno con su ordenador.

Otra de las necesidades de Balmandir era la prolongación del desagüe de los lavabos y las duchas, ya que el que había hasta ahora desembocaba directamente en el jardín haciendo una gran balsa de agua justo al lado de los lavabos. Con la ayuda de algunos colaboradores de Balmandir se cavó un canal en el jardín para poder instalar unas tuberías y un canalón y así poder prolongar este desagüe para aprovechar el agua para regar el huerto.

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Josep y Joana trabajando en la prolongación del desagüe

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Prolongación del desagüe

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Pero para podernos duchar necesitamos agua. Y muy a menudo los depósitos están vacíos. ¿Por qué? Pues porque la bomba-motor se ha quemado. El agua de Balmandir llega directamente de la red del pueblo y se almacena en un gran depósito subterráneo. Esta agua se distribuye a otros depósitos situados arriba de cada uno de los módulos mediante esta bomba-motor. Sin este motor, los niños tienen que trepar arriba de los módulos para conectar los depósitos pequeños mediante una bomba pequeña que nos han dejado.

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Josep entrando en el depósito subterráneo
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Válvula de succión, dentro del depósito subterráneo
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Ramesh Thami y Kiran conectando el depósito de la cocina con el depósito subterráneo

Reparar esta bomba-motor ha sido una de las tareas que más se le ha resistido a nuestro «chispas». Tuvo que ir a Hetadua para comprar una de las piezas que se había quemado y había que cambiar… y una vez la volvió a instalar….¡¡no funciona la válvula de succión!! Pequeños momentos de desesperación por toda la faena hecha que parecía que no había servido para nada. Pero finalmente se consiguió que la bomba volviera a funcionar. Volvemos a tener agua! Pero hay que tener cuidado para que no se vuelva a quemar (no puede funcionar más de media hora seguida). Es por eso que José María ha hecho una caja de madera cerrada con llave para proteger el acceso al interruptor y que solo la controle un par de personas responsables.

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Pero al arreglar el motor Josep Maria alucina al ver la instalación eléctrica de la casa de acogida. ¡¡¿¿En este país no conocen los diferenciales i las tomas de tierra??!! Parece increíble pero es cierto: en ningún lugar están instalados y nos cuesta encontrar una tienda para comprarlos. Pero después de dedicar unas cuantas horas, nuestro chispas ha instalado un diferencial y con la ayuda de algunos de los chicos y voluntarios se han cavado dos agujeros para instalar la toma a tierra, una para la bomba-motor del agua y una para la instalación eléctrica de Balmandir. Realmente aprendemos muchas cosas. ¿Sabéis cómo se hace la instalación de una toma de tierra? Pues yo no lo sabía hasta ahora.

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Toma de tierra de la bomba-motor
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Toma de tierra de la instalación eléctrica de Balmandir

Pero esto no es todo. El proyecto que le hacía más ilusión a Josep Maria, y a todos nosotros, era reparar el columpio de Balmandir: las patas estaban torcidas y con la inclinación opuesta (cosa que provocó algún accidente) y además los rodamientos hace tiempo que se rompieron. En Barcelona, Ramón Coderch – miembro de Amics del Nepal – nos proporcionó unos rodamientos de primera calidad, así que estábamos bien preparados para la tarea. Así que hemos cavado dos nuevos agujeros para enderezar las patas de la izquierda de los columpios. Como todo, aquí no hay ninguna tarea sencilla. Al cavar uno de los agujeros nos encontramos una tubería con la que había que tener mucho cuidado de no tocar, por no tener un nuevo problema. Pero finalmente lo conseguimos, ya se han enderezado las patas y el xispas ya ha instalado los soportes. Ahora sólo falta poner los columpios y ya podremos columpiarnos.

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Antes de la reparación

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Después de la reparación

Tres semanas muy intensas. Ahora ya hemos despedido a Josep María. Le echaremos de menos, a él, a su mono verde y al sombrero. Y a su empuje y energía que han hecho posible toda este trabajo. ¡Muchas gracias Josep!

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El fútbol en Balmandir

Escrito por Mireia Masó y Jordi Giral, voluntarios de la casa de acogida

La actualidad futbolística de Balmandir ha sido muy movida durante el pasado mes de agosto. Como si de fútbol profesional se tratara, los focos de atención del verano han sido la mejora del campo de fútbol de Balmandir, los partidos amistosos, el fichaje de algunos de nuestros jóvenes para el equipo de la escuela de Bhimphedi y incluso la selección de nuestro pequeño Messi para el equipo de la región.

Desde hacía un tiempo que teníamos problemas con los balones que se pinchaban demasiado a menudo. ¿El motivo? Al chutar fuerte, el balón se va fácilmente a la valla de la prisión del otro lado de la calle y los espinos las pinchan. Después de darle vueltas a cómo solucionarlo, decidimos que haríamos una red metálica para ponerla detrás de la portería. Tan pronto compramos el material necesario, Luv se puso a trabajar y en pocos días logró construir una gran red de unos 10m de ancho por 3m de alto. Desde entonces, ningún otro balón se ha pinchado.

Por otra parte, las porterías de madera empezaban a tener problemas de estabilidad y decidimos desmontarlas para evitar percances. Las reconstruimos, asegurando mejor las juntas, las pintamos con pintura protectora negro para hacerlas más duraderas y las clavamos en el suelo con un poco de cemento. Finalmente, pintamos franjas blancas y quedaron unas porterías que esperamos duren mucho tiempo.

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Una de las nuevas porterías y la nueva valla hecha por los niños para proteger las pelotas de los espinos de los muros de la prisión.

Para celebrarlo, jugamos un partido con los jóvenes que duró casi dos horas, con un resultado final de 10-9 a favor del equipo de Dani, que ganaron al equipo de Jordi, con gol final de Ramraj, la estrella del grupo. Sólo el silbato que anunciaba la cena dio descanso a los jugadores, que tan contentos como cansados se fueron a buscar el merecido Dal Bhat de la tarde.

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Ramesh y Jordi haciendo un chut combinado al más puro estilo Oliver y Benji.
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Dani, Love y el resto de jugadores mirando la pelota que controla Sushil.

En el apartado de fichajes, Kamal, Luv y Ramraj fueron seleccionados para jugar con el equipo que la escuela de Bhimphedi montó para participar en un torneo regional en Hetauda. Después de 4 victorias, algunas muy igualadas porque llegaron a penalties, llegaron a la final del torneo. La movilización de la escuela fue espectacular, pusieron un bus para ir a Hetauda y muchos jóvenes, profesores y voluntarios fuimos a ver el partido. La mala suerte fue que el día de la final llovió mucho y el partido se tuvo que aplazar.

Al día siguiente, el equipo y los seguidores volvimos a Hetauda y esta vez sí, el encuentro se jugó bajo un calor asfixiante. El único gol del partido lo marcó Bhimphedi en la primera parte. ¡1-0! ¡CAMPEONES! ¡Y nuestros 3 jugadores jugaron la final! La celebración no se hizo esperar, una vez entregada la copa y las medallas, los jugadores estuvieron bailando y haciéndose fotos con la copa y la afición. Después de un rato, el autobús nos recogió y volvimos a Bhimpedhi. La celebración continuó todo el viaje de vuelta, con los bombos y los platos para asegurar que todas las familias entre Hetauda y Bhimphedi se enteraran del hito conseguido. «¡Es la primera vez que ganamos este torneo!» A juzgar por la ilusión de los jugadores y el recibimiento que hizo el pueblo al equipo cuando llegaron a Bhimphedi, parecía el Fútbol Club Barcelona (o Fútbol Club Bhimphedi, como dicen ellos) haciendo el desfile tras ganar la Copa de Europa. ¡Enhorabuena Campeones!

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Ramraj recibiendo la medalla de campeón.
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Luv recibiendo la medalla de campeón.
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Kamal recibiendo la medalla de campeón.
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¡El equipo campeón con la copa y las medallas!

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Los tres chicos de la casa de acogida que estaban en la selección de la escuela i ganaron el campeonato de fútbol. De izquerda a derecha: Luv, Kamal y Ramraj.

Una vez pasado el torneo, la región de Hetauda hizo una selección de los mejores jugadores de los diferentes equipos. La buena noticia es que seleccionaron a Ramraj, nuestro pequeño Messi!

El equipo ganó también todos los partidos de esta segunda fase y se clasificaron para la fase de Katmandú, la capital del país. Ramraj disfrutó mucho de este campeonato, aunque al perder el primer partido y empatar el segundo, no les permitió clasificarse para la final. Sin embargo, volvió a la casa de acogida con una gran sonrisa.

La familia de Balmandir crece!

Escrito por Joana Martínez, voluntaria de la casa de acogida

La semana pasada llegaron a nuestra casa de acogida tres nuevas habitantes dispuestas a compartir con nosotros un buen montón de aventuras. No llegaron en jeep ni en autobús, ni en ningún medio de transporte convencional. Tampoco presentan las características habituales de la mayoría de recién llegados que vienen de visita o para quedarse una larga temporada. Eso si, nuestras nuevas compañeras han venido para quedarse y tuvieron una cálida bienvenida por parte de todos aquellos que nos encontrábamos en Balmandir para recibirlas. Ya os imagináis de quien se trata? Queréis una pista más? Son peluditas, suaves como un peluche, graciosas y monísimas! Ahora si…?

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Kush cuidando tanto a la madre como a la hija!
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las dos hermanas a penas se tienen en pie.
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La madre cariñosa con la pequeña.
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Kush con toda la familia.

Las nuevas habitantes de Balmandir no son ni más ni menos que tres cabritas recién nacidas! Ya hace unos meses que cuatro de las cabras están embarazadas y poco a poco irán naciendo las pequeñas. De momento ya tenemos a tres, que llegaron con menos de una semana de diferencia y esperamos con impaciencia que el resto de primitas hagan lo mismo durante las siguientes semanas.

Las didis y Kush se preocuparon en todo momento de que las madres tuvieran un parto lo más cómodo posible y que las pequeñas estuvieran bien atendidas durante sus primeras horas de vida. Kush es nuestro niño pastor: se encarga de de sacar los animales a pastar, de alimentarlos correctamente, de curarlos cuando tienen alguna pequeña herida… hasta les pone producto antipiojos y los desparasita cuando hace falta! así pues, como ya os podéis imaginar, la llegada de las cabritas ha sido un bonito acontecimiento. Tendriáis que ver como se desvive por ellas!

El resto de Balmandir fuimos pasando para darles la bienvenida correspondiente y deshacernos en «oooooois» y «aaaaais» viéndolas dar sus primeros pasitos patosamente y la gran aventura que representó para ellas conseguir llegar correctamente a la teta de su madre sedientas. Os dejamos algunas de sus primeras fotografías para que también las podáis disfrutar! Hasta pronto!

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Didi Maya, Santay yo con las cabritas.
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Las dos hermanitas.
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La más pequeña de la familia!
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Kush ayudando a la más pequeña a encontrar comida!

Un invernadero en el huerto de Balmandir

Escrito por Joan Fisse, voluntario de la casa de acogida

Para mejorar el rendimiento del huerto de Balmandir y proteger las plantas de las lluvias torrenciales de los monzones que hacen caer los frutos antes de tiempo, nos pareció interesante construir un invernadero, o para ser más exactos un «tunnelhouse» cuya función es hacer de paraguas gigante. Buscamos información sobre construcciones similares en Nepal y vimos que el material más utilizado es el bambú atado con alambre y cubierto por un plástico. Y nos pusimos manos en la obra.

En primer lugar escogimos la localización dentro del huerto y nos decidimos por una parcela que en ese momento estaba yerma y nos permitía hacer un invernadero de 20m x 5m. Estábamos condicionados en cuanto a la anchura por el tamaño de los plásticos disponibles. Sólo tenía un problema: en medio había un árbol que servía de soporte a un pepino que estaba en plena producción. El huerto está lleno de pepinos gigantes, y no hay día que no venga un niño con un plato con uno de sus pepinos a trozos ofreciendo a los otros niños, personal y voluntarios.

Tras varias conversaciones el mismo día por la tarde el árbol y el pepino que había en la parcela deseada habían desaparecido: la didi Santamaya había tomado la decisión.

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Emprendimos la aventura de ir de compras. Hay que ir a Hetauda (unos 26 km desde Bhimphedi en coche de línea). Teníamos que localizar los materiales y transportarlos. Lo más complicado de transportar fueron las 60 varas de 6-8 m de largo de bambú. La baca del autobús da para mucho y allí las llevamos. Todo el mundo participó a descargarlas cuando llegamos al centro de acogida.

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Mientras íbamos limpiando el terreno de malas hierbas con la colaboración de todos. En ello también nos ayudó en Pere, un voluntario que estuvo unos pocos días. Construimos las seis porterías que debían soportar toda la estructura con las bases protegidas con pintura contra la humedad y empezamos a poner el primer bambú. Sobre las porterías y los pilares centrales fuimos construyendo el resto de la estructura, siempre que la lluvia nos lo permitía.

Pero con lo que los Monzones no contaban fue con la llegada de Esther, un refuerzo de nivel, experta en agricultura y gestión de invernaderos, que nos dio el empujon que nos faltaba para poder finalizar la construcción de la estructura y de los siguientes pasos hasta terminar el trabajo.

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Después de poner un entramado de alambre para evitar las bolsas de agua, llegó el momento de poner el plástico. Fue un momento emocionante ya que la teníamos que estirar entre tres personas, todos coordinados. Con la ayuda de tres perchas con sacos en la punta, tres personas más lo iban acompañando el plástico para evitar que se desgarrara con alguno de los obstáculos.

Una vez puesto a prueba con las lluvias torrenciales de los últimos días, hemos ido rectificando las zonas del techo de plástico donde se formaban charcos de agua.

Paralelamente dos brigadas se han ocupado de sacar dos cepas que nos quedaban en medio del invernadero. Nos queda rellenar de tierra los agujeros de las cepas, solarizar el terreno para reducir al máximo las malas hierbas y los habitantes no deseados del suelo (gusanitos de todo tipo), aportar un poco de abono y ya se podran cultivar tomates, fresas y lo que convenga.

Todo esto no hubiera sido possible sin la participación de todos incluidos los nuevos voluntarios Mireia y Jordi y los retornados Laura y Pol (voluntarios de hace dos años y medio que nos vinieron a visitar por un par de días, pero no dejaron de trabajar.

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Laura y Pol sacando una de las cepas de dentro del hivernadero.
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Laura dos años y medio vuelve a visitarnos en Bhimphedi.
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Pol y Manoj, antes y después.
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Jordi, después de sacar una cepa, celebrandolo por todo lo alto.
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El equipo que ha conseguido sacar una de las cepas.

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Bernat, un voluntario que ha pasado como un rayo por aquí, nos ha ayudado mucho tanto con la construcción de una mesa de germinación como en los trabajos de altura en el montaje de la estructura. En la tabla ya tenemos alguna plantita de Moringa creciendo. Además, Bernat nos ha dejado el taller que da gusto, para que no se pierdan las herramientas del huerto, las herramientas de taller y los materiales de uso común.

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De izquierda a derecha: Rojan, el chico de la casa de acogida de mayor edad, que ayuda en todo mientras hace reir a todo el mundo. Esther y Joan, los voluntarios que han dirigido el proyecto del invernadero de forma genial. Bernat, voluntario que en 20 dias ha hecho montones de trabajos. Y Joana, voluntaria que lleva casi 4 meses trabajando en la casa de acogida.
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Mesa de germinación hecha por Bernat.
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Una planta de Moringa que ya ve la luz.
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Taller de Balmandir, después de la visita de Bernat.

Una vez los niños rellenaron los agujeros de tierra, los más pequeños se animaron a ayudarnos con la solarización. ¡Un gran trabajo de equipo! En un santiamén tenemos el plástico sellado. Sólo queda esperar 3 o 4 semanas y ya podremos plantar!

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Gracias a la información que nos ha dado la didi Maya podremos preparar una buena programación para plantar en el invernadero.

¡Esperamos la primera cosecha con ansia!

Hasta pronto Marcel!

Escrito por Joana, voluntaria de la casa de acogida de Bhimphedi.

El viernes pasado dijimos adiós a Marcel, que después de tres meses, ha puesto punto y final a la maravillosa aventura que representa trabajar como voluntario en Balmandir. Como ya es habitual cuando un voluntario se va, Marcel apareció temprano para despedirse de todos nosotros. La didi Maya ya le esperaba en la cocina con el ritual de rigor preparado: en un platito, el sindoor, el polvito rojo hecho con plantas para marcar la tikka en la frente de la persona; un collar de flores cosido a mano y un pequeño ramo de flores silvestres. Con todo esto, los que se quedan desean buen viaje y suerte al que se va.

Des de mi perspectiva, el momento en qué la didi pone la tikka al voluntario que se despide siempre es muy emocionante. Es un pequeño gesto que evoca en pocos segundos la intensidad de todas las experiencias, emociones y anécdotas vividas durante el tiempo que la vida nos ha reservado en este lugar mágico. Es un gesto que indica que la experiencia está a punto de terminar y que toca hacer las maletas y llenarlas con todo lo que hemos aprendido, con las caras y las sonrisas de toda la gente que hemos conocido y con el recuerdo de los momentos más especiales con los niños de Balmandir.

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Manoj entregando los ramos de flores a los padres de Marcel, que pasaron por Bhimphedi a recogerlo.
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Y Anoj haciendo lo mismo con Marcel.
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La didi Bely emocionada despidiendo a Marcel mientras sus padres se lo miran (también emocionados!)
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Marcel, la torre de Bhimphedi, acompañado por Krishna, la didi Maya y la didi Sushila.

Marcel superó este momento como un campeón y, manteniendo el tipo en todo momento (otros no lo conseguimos tanto…), se despidió de los niños, de las didis, de Krishna (el director), de Kali, Ophsi i Tate (los perros), de Dani, del resto de voluntarios y de este lugar tan impresionante que es Bhimphedi ahora que los monzones han hecho renacer las montañas y los ríos (por fin!) bajan con fuerza.

Los que nos quedamos en Balmandir (aunque algunos por poco tiempo), te deseamos muy buen viaje y la mejor suerte en la nueva etapa post-Bhimphedi que estás a punto de empezar. Esperamos que lleves contigo allá donde vayas los mejores momentos de esta experiencia. Y… recuerda… siempre nos quedará Bhimphedi!

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Marcel y yo, el duo de voluntarios de Balmandir estos tres meses.
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Foto de grupo antes del adiós!
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Marcel y sus padres escortados por Ophsi y Kali camino hacia el jeep con las mochilas bien decoradas!
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Marcel y yo, el duo de voluntarios de Balmandir estos tres meses.

Un tractor viene a visitarnos!

Escrito por Marcel, voluntario de la casa de acogida de Bhimphedi.

El pasado 14 de mayo vino a Balmandir a ayudarnos un tractor para labrar los huertos y así poder sembrarlos más fácilmente.

Tractor labrando los campos
Maquinaria del tractor
Trabajo acabado!

Los niños estaban entusiasmados con esta visita y se pasaron todo el día enganchados al tractor mirando como trabajaba. De hecho, cuando acabó de trabajar los campos, sin dudarlo se montaron en él y hicieron ver que lo conducían.

Niños mirando como el tractor trabajaba
Kush, Manoj y Raju «conduciendo» el tractor

Nos sirvió de gran ayuda esta visita, puesto que el maíz que se plantó en los huertos ha crecido muy rápidamente y ya tiene unas dimensiones considerables.

El maíz va creciendo
Crece muy rápido!
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Ahora el maiz ya hace dos metros. Al medio del campo podeis ver un arbol lleno de «naspati» (una fruta entre manzana y pera muy comuna en la zona). Sempre hay algun niño trepando para coger unas cuantas frutas para él y para repartir.
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Y en las montanyas del valle siempre hay preciosas nubes típicas de la época de lluvias. Ahora llueve cada dia…

Mientras tanto, los más pequeños de la casa han aprovechado para cocinarnos unas hierbas llamadas ‘’sagh’’. Son unas hojas que al cocinarlas tienen un gusto parecido al de las espinacas y están de lo más buenas!

Bishnu, Som y Anoj calentando el aceite
Empiezan a cocinar el «sagh»
Ya casi han acabado de cocinar

Niños plurilingües!

Des de hace unas semanas, con los mayores de Balmandir, hemos empezado a dar clases de castellano e inglés. Hasta el momento están adquiriendo las nociones básicas del castellano y ya saben expresar frases sencillas para saludar, preguntar la hora, el estado de ánimo, el nombre, la edad… Es bastante divertido pasearse por la casa o por Bhimphedi y oír de repente un «Cómo estás?», «Adiós» o un «Buenos días!» (aunque a veces te den los buenos días justo antes de ir a dormir! Se lo permitiremos, pobrecillos…) Y es que no sólo son los niños de Balmandir los que nos saludan en castellano. Nuestros chicos han estado enseñando algunas frases a sus compañeros de la escuela y también ellos nos gritan frases en esta lengua cuando nos ven por el pueblo.

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Aprendiendo a diferenciar los verbos ser y estar.
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Los nuevos alumnos atentos y tomendo apuntes.
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Kamal, un alumno avanzado!

Volviendo a las clases, los niños están aprendiendo vocabulario básico, los días de la semana, los meses del año, los números, el abecedario, a conjugar algunos verbos… poco a poco! Además, cada quince días participan en un Quiz (un tipo de concurso) dirigido por Dani. Aquí comprobamos mediante pruebas y preguntas contrarreloj si han asimilado los contenidos durante la semana y dependiendo de cómo lo resuelven tienen la opción de acumular puntos. A la larga, estos puntos se convertirán en premios, de más o menos valor dependiendo de la cantidad acumulada, que ellos mismos tendrán que escoger. De esta forma ponemos a prueba su capacidad de cooperación y esfuerzo mientras aprenden un nuevo idioma.

Con respecto al inglés, cada día leemos un fragmento de la novela «Momo» de Michael Ende. El libro narra las aventuras de Momo, una niña un tanto extravagante pero con una capacidad de empatía excepcional. Momo tiene que luchar contra los Hombres de Gris, unos ladrones que roban el tiempo y la alegría a la gente de la ciudad. Con la lectura pretendemos que los niños cojan más soltura con el inglés y aprendan formas de expresión y vocabulario nuevo. De vez en cuando miramos un fragmento de la película basada en el libro y así romper un poco la rutina y clarificar las partes del libro que no se han comprendido del todo. También intercalamos la lectura de Momo con alguna otra actividad de gramática, escritura o de tipo más lúdico.

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Ashish y Ramraj concentrados haciendo los ejercicios sobre la lectura.
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Kamal releyendo el texto.

Cumpleaños feliz, feliz!

Escrito por Joana, voluntaria de la casa de acogida de Bhimphedi.

La semana pasada pudimos disfrutar de una gran velada con la celebración de dos cumpleaños. Uno de ellos lo celebramos a distancia, pero no por eso fue menos importante. Enric Recoder, nuestro querido y recientemente estrenado presidente de Amics del Nepal cumplía años y des de aquí quisimos desearle todo lo mejor, tanto en la entrada de este nuevo año en su contador particular, como en la aventura que empieza como presi! la mejor de las suertes Enric! Y la otra habitante de Balmandir que envejeció no es otra que yo misma! Ahora que ya ha pasado el día, puedo asegurar que una de las mejores experiencias que se pueden vivir estando de voluntaria en Bhimphedi es la de celebrar el cumpleaños en Balmandir, en este entorno tan especial y con la mejor compañía.

El día empezó con una grata y entrañable sorpresa. Cuando llegué por la mañana, los niños salieron a recibirme con una alud de dibujos y postalitas de cumpleaños hechas por ellos mismos y me llenaron con abrazos y «happy birthdays». Durante el rato que los niños estuvieron en la escuela preparé un par de «tartas», poniendo a prueba mi capacidad de improvisación con los ingredientes que las tiendecitas de Bhimphedi me ofrecían. La didi Maya, Arjun y Ramesh me echaron una mano a la hora del snack (durante la pausa que los mayores tienen al mediodía), y la verdad es que no nos quedó nada mal! El resto de la tarde, para mi, consistió en sentirme afortunada como nadie de poder celebrar mi cumpleaños de una forma tan especial y disfrutar de la maravillosa compañía de los maravillosos niños del maravilloso Balmandir!

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Arjun, Ramesh y yo después de preparar las tartas.
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Y aquí tenéis el resultado: tartas de chocolate, mango y plátano.
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Algunos de los dibujos y postales que los niños me regalaron.

Y ya por la noche sacamos las dos tartas, una en honor a Quique y una para mi, desenfundamos las Coca-colas, las Fantas y los Mountain dews (un tipo de gaseosa que les encanta!) y cantamos a todo pulmón el Cumpleaños feliz para que nos oyeran des de Barcelona (y por si a caso el sonido no llegaba le dedicamos un video a Enric!). Lo que vino después fue una auténtica batalla campal para hacerse con los restos de la tarta, caras embadurnadas de chocolate, correteos  y yo tirando caramelos como si fuera el rey Baltasar en la cabalgata de reyes! Un día memorable e inmejorable que seguro recordaré siempre con una gran sonrisa!

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Los niños esperando con impaciencia para probar las tartas.
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Foto de grupo de la jornada.

Que el ritmo no pare!

Escrito por Joana, voluntaria de la casa de acogida de Bhimphedi.

Una de las cosas que más me llamó la atención al llegar a Balmandir fue ver como algunos de los niños iban de un lado a otro del patio tocando un par de guitarras un tanto destartaladas y desafinadas (cosa nada extraña considerando el tute que llevan!) Algunos fregando las cuerdas frenéticamente y moviendo la cabeza a lo loco con pose cómica, otros más concentrados y practicando algunos de los acordes que Àlex, uno de los antiguos voluntarios, les había enseñado.

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Kamal practicando con la guitarra.
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Bishnu y Samir cantando y tocando la guitarra a su manera!

También resulta muy interesante descubrir un nuevo contexto musical con ritmos, melodías, danzas y lenguas completamente diferentes a las occidentales: aquí se baila a lo Bollywwod (o mejor dicho, a lo Kollywood, la variante nepalí de esta industria cinematográfica), las cantantes tararean con una voz en falsete muy aguda y las melodías y la instrumentación suenan del todo exóticas. No obstante, aquí tampoco escapan a la influencia occidental y los sonidos propios de la música nepalí se mezclan y fusionan con los de nuestro Pop. Además, al escuchar las listas de reproducción de los niños, entre los megahits de Raju Lama, Sugam Pokhral o Anju Panta, de repente te aparece One Direction, Justin Bieber o la señorita Shakira (les encanta el Waka waka!)

Con Marcel en seguida decidimos que con esta efervescencia musical teníamos que aprovechar la oportunidad. Así pues, él continua con el legado de Àlex enseñándoles a tocar la guitarra y yo, con algunos instrumentos de percusión y flautas de pico que recogí antes de viajar a Nepal, he empezado a introducir a los niños en el misterioso lenguaje de la música. Pentagramas, llaves, notas, silencios, tempo, negras, corcheas… un montón de conceptos desconocidos para los músicos noveles que poco a poco y con (mucha!) paciencia y esfuerzo van asimilando. Ah! Y no penséis que es sólo cosa de niños… Incluso Krishna, el director de Balmandir, se ha apuntado a nuestra pequeña orquesta! Si la cosa funciona y cuando los nuevos músicos cojan un poco de soltura, intentaremos tocar alguna cancioncita en conjunto, a ver como sale el experimento… Os iremos informando!

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Primera clase de música con los principiantes!
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Bishow, Samir, Kiran y Raju estrenándose con la flauta de pico.
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Kamal leyendo pentagramas.
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Krishna, el director, también se unió a las clases de música!

Y mientras tanto… continuaremos disfrutando de la sensación de cruzar el patio en dirección al huerto oyendo de fondo como los guitarristas, des de la glorieta, cada vez son capaces de encadenar más acordes o de acompañar sus canciones de Kollywood favoritas mientras las cantan con voz melodramática.