Un invernadero en el huerto de Balmandir

Escrito por Joan Fisse, voluntario de la casa de acogida

Para mejorar el rendimiento del huerto de Balmandir y proteger las plantas de las lluvias torrenciales de los monzones que hacen caer los frutos antes de tiempo, nos pareció interesante construir un invernadero, o para ser más exactos un «tunnelhouse» cuya función es hacer de paraguas gigante. Buscamos información sobre construcciones similares en Nepal y vimos que el material más utilizado es el bambú atado con alambre y cubierto por un plástico. Y nos pusimos manos en la obra.

En primer lugar escogimos la localización dentro del huerto y nos decidimos por una parcela que en ese momento estaba yerma y nos permitía hacer un invernadero de 20m x 5m. Estábamos condicionados en cuanto a la anchura por el tamaño de los plásticos disponibles. Sólo tenía un problema: en medio había un árbol que servía de soporte a un pepino que estaba en plena producción. El huerto está lleno de pepinos gigantes, y no hay día que no venga un niño con un plato con uno de sus pepinos a trozos ofreciendo a los otros niños, personal y voluntarios.

Tras varias conversaciones el mismo día por la tarde el árbol y el pepino que había en la parcela deseada habían desaparecido: la didi Santamaya había tomado la decisión.

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Emprendimos la aventura de ir de compras. Hay que ir a Hetauda (unos 26 km desde Bhimphedi en coche de línea). Teníamos que localizar los materiales y transportarlos. Lo más complicado de transportar fueron las 60 varas de 6-8 m de largo de bambú. La baca del autobús da para mucho y allí las llevamos. Todo el mundo participó a descargarlas cuando llegamos al centro de acogida.

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Mientras íbamos limpiando el terreno de malas hierbas con la colaboración de todos. En ello también nos ayudó en Pere, un voluntario que estuvo unos pocos días. Construimos las seis porterías que debían soportar toda la estructura con las bases protegidas con pintura contra la humedad y empezamos a poner el primer bambú. Sobre las porterías y los pilares centrales fuimos construyendo el resto de la estructura, siempre que la lluvia nos lo permitía.

Pero con lo que los Monzones no contaban fue con la llegada de Esther, un refuerzo de nivel, experta en agricultura y gestión de invernaderos, que nos dio el empujon que nos faltaba para poder finalizar la construcción de la estructura y de los siguientes pasos hasta terminar el trabajo.

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Después de poner un entramado de alambre para evitar las bolsas de agua, llegó el momento de poner el plástico. Fue un momento emocionante ya que la teníamos que estirar entre tres personas, todos coordinados. Con la ayuda de tres perchas con sacos en la punta, tres personas más lo iban acompañando el plástico para evitar que se desgarrara con alguno de los obstáculos.

Una vez puesto a prueba con las lluvias torrenciales de los últimos días, hemos ido rectificando las zonas del techo de plástico donde se formaban charcos de agua.

Paralelamente dos brigadas se han ocupado de sacar dos cepas que nos quedaban en medio del invernadero. Nos queda rellenar de tierra los agujeros de las cepas, solarizar el terreno para reducir al máximo las malas hierbas y los habitantes no deseados del suelo (gusanitos de todo tipo), aportar un poco de abono y ya se podran cultivar tomates, fresas y lo que convenga.

Todo esto no hubiera sido possible sin la participación de todos incluidos los nuevos voluntarios Mireia y Jordi y los retornados Laura y Pol (voluntarios de hace dos años y medio que nos vinieron a visitar por un par de días, pero no dejaron de trabajar.

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Laura y Pol sacando una de las cepas de dentro del hivernadero.
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Laura dos años y medio vuelve a visitarnos en Bhimphedi.
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Pol y Manoj, antes y después.
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Jordi, después de sacar una cepa, celebrandolo por todo lo alto.
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El equipo que ha conseguido sacar una de las cepas.

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Bernat, un voluntario que ha pasado como un rayo por aquí, nos ha ayudado mucho tanto con la construcción de una mesa de germinación como en los trabajos de altura en el montaje de la estructura. En la tabla ya tenemos alguna plantita de Moringa creciendo. Además, Bernat nos ha dejado el taller que da gusto, para que no se pierdan las herramientas del huerto, las herramientas de taller y los materiales de uso común.

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De izquierda a derecha: Rojan, el chico de la casa de acogida de mayor edad, que ayuda en todo mientras hace reir a todo el mundo. Esther y Joan, los voluntarios que han dirigido el proyecto del invernadero de forma genial. Bernat, voluntario que en 20 dias ha hecho montones de trabajos. Y Joana, voluntaria que lleva casi 4 meses trabajando en la casa de acogida.
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Mesa de germinación hecha por Bernat.
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Una planta de Moringa que ya ve la luz.
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Taller de Balmandir, después de la visita de Bernat.

Una vez los niños rellenaron los agujeros de tierra, los más pequeños se animaron a ayudarnos con la solarización. ¡Un gran trabajo de equipo! En un santiamén tenemos el plástico sellado. Sólo queda esperar 3 o 4 semanas y ya podremos plantar!

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Gracias a la información que nos ha dado la didi Maya podremos preparar una buena programación para plantar en el invernadero.

¡Esperamos la primera cosecha con ansia!