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Son para verte mejor

Escrito por Vanessa Martínez, voluntaria de la casa de acogida de Bhimphedi.

Igual que hicimos el año pasado, hemos revisado la vista de todos los niños y niñas de Balmandir. Tres de los niños parecian tener problemas visuales así que los hemos llevado a una revisión completa con el oftalmologo y con el optometrista en el Hospital òptico Comunitario de Hetauda.

Hemos encontrado que Sumit necesita nuevas gafas ya que le ha aumentado un poco la graduación y que Purnima debera empezar a llevar gafas. Binita parece que de momento no necesita nada.

 

 

Tanto Sumit como Purnima tienen problemas de convergencia, asi que hemos iniciado una terapia visual con ellos para solventar también este problema y que se terminen sus dificultades con la lectura.

Purnima con sus gafas nuevas!
Sumit con sus gafas nuevas!

 

Rio y pesca!!

Escrito por Vanessa Martínez en la casa de acogida

Hacía 20 años que no tenían elecciones municipales en Bhimphedi y con motivo de ellas el pueblo ha gozado de una semana de vacaciones, así que aprovechando que volvíamos a estar de vacaciones y que hacía mucho calor hemos ido muchos días al río!

Mientras los pequeños disfrutan del agua y aprenden a nadar, algunos de los mayores se decican a pescar.

https://youtube.com/watch?v=HCeAjsWmB_M

después de mucho rato de río, un poco de solecito para entrar en calor.

¡¡Preparados para pescar!!

Aprovechamos los paseos al río para sacar fotos de las plantas y luego buscar información. Los niños saben mucho de las propiedades de sus plantas locales y les encanta buscar nuevas plantas.

A la vuelta a Balmandir todos trabajan juntos para limpiar los peces y cocinarlos.

Sumit, Basu, Bisu y Kush trabajan juntos en la limpieza de los peces!!
Sushil es el encargado de cocinar hoy!!

 

 

¡Nuevo curso, más niños!

Escrito por Pau R. E.

En Nepal el nuevo curso escolar empieza en mayo. Con el nuevo curso también llegan nuevas incorporaciones al centro. Nos dirigimos al centro de coordinación de niños de Nepal en Katmandú con un nuevo voluntario recién llegado. Una vez en el centro de coordinación se pregunta por los niños que hay que recoger, pero aún no los tienen preparados. Después de casi 4 horas gestionando los trámites, nos adjudican 2 niños y 2 niñas.

Con las cartas preparadas vamos a buscar primero a las niñas, que están en el centro Naxal. Justo al llegar allí muchos niños reconocen a Dani, y empiezan a gritar que también quieren ir a Bhimphedi, todos muy emocionados.

Mientras terminan de preparar a las niñas, los niños del centro se ponen a jugar con nosotros haciendo un corro a nuestro alrededor. Una vez listas, nos sorprende la edad de las mismas, ¡son muy pequeñas (6 y 4 años)! ¡Y también son hermanas! Nos dirigimos  a buscar a los 2 niños en el centro Siphal, allí ya están preparados pero ¡aún son más pequeños que las niñas (4 y 3 años)! ¡Toda una sorpresa!

Ya tenemos todo listo para poder seguir con el taxi hasta Balco, donde cambiamos de vehículo para coger un Jeep hacia Bhimphedi. Se nos asignan los 4 asientos traseros para los 6 (2 cooperantes, las 2 niñas y los 2 niños). Justo antes de subir la niña mayor empieza a llorar, hace poco que ha sido acogida en Naxal y desconocemos cómo se sentía. Después de intentar tranquilizarla sin éxito decidimos que ya aceptará la situación, y procedemos a subir al Jeep donde el llanto persiste y parece que empieza a contagiarsele a su hermana menor; el resto de pasajeros, otras 6 personas,  también empieza a incomodarse. Pero por suerte pronto las dos hermanas se duermen  profundamente, quedando despiertos sólo los 2 niños. El mayor se porta  muy bien, muy  quietecito y el menor no para de comer galletas sin ningún fin aparente y juega con la ventana del Jeep lleno de curiosidad.

La primera mitad del trayecto transcurre con mucho tránsito, sobre todo causado por la cantidad de barro de la lluvia de los últimos días. Los Jeeps, a pesar de tener tracción a las cuatro ruedas, resbalan y les cuesta subir. Todo ello hace que llegamos mucho más tarde de lo previsto al punto de descanso, en la mitad del trayecto. Allí ofrecen al conductor comida y/o limpieza del Jeep, ya que acaban llenos de barro, a cambio de que les lleven la clientela.

Una vez en la parada despertamos a la pequeña, la mayor ya llevaba un rato despierta. E intentamos que salgan todos para estirar las piernas y para ir al baño. La mayor no quiere abandonar el Jeep y la dejamos descansar tranquila dentro del vehículo; tampoco quiere ni comer ni ir al baño. Mientras, el resto de pasaje del Jeep, pregunta curiosos el sexo de los niños ya que justamente los niños visten más de rosa y las niñas más de azul.

Después de que todos los demás hayan estirado las piernas, e ido al baño, seguimos con el trayecto. Esta vez mucho menos tranquilo. La mayor empieza a vomitar al poco de continuar, a pesar de pedir una bolsa de plástico ésta no llega a tiempo y el vómito queda en la pared de su lado del Jeep. La pequeña tarda poco en  querer imitar a su hermana, pero la intentamos distraer y junto con la ventilación del vehículo todo ayuda a que no sea la siguiente. Al cabo de un buen rato, la situación se repite, pero por suerte estamos a punto de llegar a Bhimphedi.

Una vez en Bhimpedi, ya oscuro, llamamos a otros voluntarios para que nos ayuden a cargar las maletas y a llevar a los  niños hacia Balmandir (casa de los niños). Caminamos despacio por entre las calles de Bhimphedi, ahora bien oscuras. Al llegar todos los niños del centro los reciben con mucha ilusión, los estaban esperando con impaciencia, y aún más las Didis. Están bien cansados y van a dormir temprano.

Al día siguiente se descubre como el mayor de quietecito no tiene nada, y es el más movido del centro, no para quieto ni un segundo: con ganas de descubrir todos los rincones y de hacer tantas actividades como puede, quien lo diría que era el más quietecito y bondadoso en el Jeep. El más pequeño es el preferido tanto de las niñas como de las Didis.  A las niñas nuevas les cuesta un día más pero terminan jugando todos juntos y con una sonrisa bien grande de oreja a oreja, también se hace raro recordar tantos llantos en el Jeep.

El siguiente día ya se compran zapatos para la pequeña y todos juntos van a hacerse las fotos con el uniforme para matricularse en la escuela, y ya esta  todo listo para empezar el curso.

El lugar del que no puedes irte

Escrito por Joana Martínez, voluntaria de la casa de acogida de Bhimphedi del 4 de mayo de 2016 al 30 de agosto de 2016. Texto para la Memoria de actividades 2016 de Amics del Nepal, puedes ver toda la memoria aquí.

Hay un lugar en el mundo que pocos mortales conocen y donde sólo algunos privilegiados han podido llegar. Las montañas que lo custodian a modo de fortaleza son grises e inhóspitas durante la estación seca, ofreciendo un panorama letárgico a todo aquel que se pasea. De repente el cielo se vuelve fiesta, y como un despertador ruidoso hace revivir las montañas y los campos extendiendo paulatinamente una manta de agua por todo. En pocos días el gris y el marrón se vuelven de un verde brillante, los arroyos empiezan a resucitar, los campos de maíz crecen imparables a palmo por día y los capullos de las antiguas orugas eclosionan en mariposas tan espectaculares que bien podrían confundirse en animales mitológicos.

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Hay un lugar en el mundo donde reina la parsimonia y la improvisación, donde los horarios y los planes pierden toda vigencia, obligando a los forasteros a desarrollar el sentido de la paciencia a un nivel profesional. Ke garné!

En este lugar de colores llamativos, las horas transcurren plácidamente y a menudo demasiado deprisa entre té y té, entre ritmos de bollywood que brotan de la radio a todo trapo y el aroma del incienso que cada mañana honra las infinitas divinidades que se encargan de mantener la armonía del lugar.

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Con los pies siempre mojados caminas a través de los campos o calle arriba, entre hombrecillos forzudos que empujan carros pesados y cabras que parecen caballos. El autobús que lleva la leche llega y distribuye su cargamento a las mujeres de la villa, que aprovechan la ocasión para chismorrear, riendo y gritando con su característica y entrañable estridencia. Al otro lado de la calle empiezan a desfilar decenas de muchachos repeinados y uniformados de un blanco milagroso camino a la escuela, y también decenas de adolescentes también uniformados y cuidadosamente despeinados camino al instituto.

Hay un lugar en el mundo donde los profesores hacen más novillos que los alumnos y donde cada pequeño acontecimiento es motivo de celebración. A media tarde los estudiantes vuelven a casa todo deshaciéndose la corbata y quitándose la camisa por fuera del pantalón de pinza. Es hora de reencontrarse con la familia. En este rincón del mundo habita más numerosa de todas, una familia donde los hermanos y hermanas se cuentan por decenas. Su hogar es un templo en medio del valle, aunque no esperéis encontrar el misticismo y la tranquilidad propios de un lugar sagrado… ¡nada más lejos de la realidad! Cuando te adentras en este templo, a menudo podrás contemplar algunos de sus jóvenes habitantes subidos por los árboles a más de diez metros de altura haciendo caer los sabrosos frutos de la primavera o encima de los tejados, dentro de los depósitos de agua que necesitan una sencilla y pasajera reparación. Sí, sí, existe un lugar en el mundo donde los niños corren y saltan y trepan sin la ayuda de ningún adulto y sin superficies blandas y seguras donde aterrizar. Y caen, y se rasguñan y se hacen daño a veces, pero no pasa nada, al contrario, por qué estos hombrecitos y mujercitas adoran todo lo que se puede encontrar dentro de un simple botiquín y el susto del momento enseguida se transforma en emoción con la primera gota de Betadine y el olor a desinfectante de manos.

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Entre ruidosas carcajadas y gritos, las hermanas y hermanos se cuidan unos de otros con delicadas palabras… o bien a collejas! Su espontaneidad y sinceridad implacable os hará sentir las personas más especiales del universo o os hundirá en la más cruel de las miserias. ¡Nada se les escapa a estos pequeños letrados!

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Podréis encontrarlos por todo el templo tocando la guitarra, ensayando la coreografía del último megahit del momento, practicando complicados trucos de magia, cocinando plantas silvestres, plantando calabazas, ayudando a traer al mundo nuevos cabritos o reparando cualquier (y cuando digo cualquier es cualquier) artefacto. Y es que los miembros de esta peculiar familia poseen infinitas habilidades. También se los puede encontrar con cara aburrida en el aula de estudio, memorizando y repitiendo la lección como loros, o en los momentos más críticos, directamente dormidos por el suelo. Pero si de verdad deseáis asegurar la jugada y encontrarlos sin pérdida, ¡buscad una pantalla! Ordenadores, móviles, televisores… la pantallamania es la adicción más poderosa que sufren estos chiquillos.

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Después de tanta excitación llega la hora de dormir. Las amorosas e increíbles madres pasan revista vigilando que ningún avispado se fugue de lavarse los dientes, mientras los mayores se agrupan en las habitaciones y comentan con total secretismo cuál es la chica más encantadora del instituto. Después, muy temprano, todos caen rendidos, de dos en dos, de tres en tres, bajo los ventiladores de las calurosas habitaciones del templo. La paz vuelve a reinar por unas horas bajo el impresionante cielo estrellado de este pueblo.

Hay un lugar en el mundo que posee una magia extraña que te impide de marcharte. Un lugar donde el vacío que te queda mientras te alejas sólo se puede llenar cuando un día cualquiera, meses más tarde, te despiertas y te das cuenta que todos los recuerdos son reales, que tú fuiste uno de los pocos mortales que tuvieron el privilegio de llegar a Balmandir, Bhimphedi.

Detrás de las cortinas

Escrito por Daniel Roig, coordinador de la casa de acogida de Bhimphedi

Este blog es un escenario de Amics del Nepal donde se pueden ver algunas de las cosas que hacemos posible a este pueblo de Nepal. Pero detrás de las cortinas hay mucha gente trabajando para que sea posible que todos estos niños y niñas desfavorecidos inicialmente, tengan una infancia feliz y con oportunidad de aprender un montón en la casa de acogida de Bhimphedi.

Junto con el apoyo de los padrinos del proyecto de Bhimphedi, es imprescindible el trabajo de mucha gente que de forma imaginativa, altruista y solidaria organiza actividades para recaudar dinero para la casa de acogida.

En este post os explicaré algunas de estas magníficas iniciativas que se han llevado a cabo los últimos meses!

Marina Viñas ya lleva 4 años consecutivos organizando el Quinto Solidario con el Ciervo de Sabadell.

Pero además, el pasado noviembre el Ciervo de Sabadell aún fue más lejos, porque su compañía de teatro se coordinó con Ateneu del Món para hacer una representación en Sant Quirze a favor de Balmandir: Una gran velada de teatro de la siempre sorprendente Agatha Christie.

Los alumnos de sexto de la escuela Joan Blanquer de Castellar organizaron una merienda solidaria. Entre otras actividades donde participaron todos los alumnos de la escuela para acercar la realidad de Nepal a todos ellos.

Tonyo Fibla ya es la tercera vez que colabora con nosotros (especialmente con el grupo el Cetrill de Benicarló). Esta vez ha organizado un taller de cocina nepalí.

Los colaboradores más incansables son Ricardo y Jorge, que llevan años con el proyecto «Taper Nepal» con decenas de actos, presentaciones, venta de artesanía nepalí y sesiones de yoga solidario.

También tenemos nuevos colaboradores, como Ester y en Xipi de la granja de huevos Códi 0 de Lleida, que han organizado un aperitivo solidario unos días antes de venir a visitar la casa de acogida con sus cuatro hijos (que han causado sensación en el pueblo con sus cabellos dorados).

Imaginación, altruismo y solidaridad en el poder, para poner nuestro granito de arena para un mundo mejor. ¡Muchas gracias! y ¡seguimos adelante!

La veu de Benicarló

Artículo escrito por Tonyo Fibla (voluntario de la casa de acogida de Bhimphedi) publicado en tres contraportadas de la revista en catalán La Veu de Benicarló

 

Primera parte

Terminado el relato del Manaslu ahora, como os prometí, os explicaré un poco mi experiencia como voluntario en un orfanato de Nepal, exactamente al Balmandir de Bhimphedi. “Balmandir” significa literalmente “templo de los niños”, y es un término usado en Nepal para algunas casas de acogida o orfanatos.

Bhimphedi es un pueblo pequeño 60 km al sur de Katmandú, prácticamente es un pueblo-calle en la antiguo camino principal que comunicaba Katmandú con la India. Después de construir la nueva carretera para ir de India a Katmandú por otro lado, este núcleo urbano ha cayó en decadencia.

La comunicación del pueblo con la capital no es fácil, se hace en jeeps dado que la carretera está en muy mal estado, cuando estuve yo se añadía otro problema, la falta de gasolina y gas. Resulta que por problemas políticos, a raíz de la nueva constitución nepalí, India cerró fronteras y suministraba los combustibles con cuentagotas. Esto hacía que hubiera menos vehículos, más demanda y el consecuente aumento del precio. Las colas para conseguir unos litros de gasolina eran larguísimas, y no hablemos de las de gas para obtener una bombona de butano.

Lluc y yo quedamos con Dani, el responsable catalán del Balmandir de Bhimphedi, y Anna, la encargada de los voluntarios de la asociación de Amics del Nepal de Barcelona, que casualmente estaba en Katmandú. Cogimos un jeep donde éramos todos voluntarios, entre ellos, los padres de Dani que habían venido a ver al hijo. En total ocho personas.

El viaje son 3 horas para hacer unos sesenta kilómetros. Hay dos pistas posibles, una de mala y la otra peor. De camino fui explicando mi relación con Nepal y concretando más, el motivo de haberme implicado como voluntario con Amics de Nepal de Barcelona.

Nos instalamos todo el grupo en una casa de huéspedes. Hay cocina y una sala de estar que están bien pero como todo Nepal no había gas. ¿Qué debemos hacer?

Después fuimos a Balmandir donde nos hicieron una sencilla ceremonia de bienvenida y tuvimos el primer contacto con los niños. Hay una treintena de chicos de los cuales cuatro eran niñas. Las edades iban de los seis a los dieciocho años.

Todos los niños están escolarizados. Los alumnos de primaria en la escuela comunitaria donde dan clases en inglés y los más grandes en la pública ya que para secundaria, en Bhimphedi, no hay otra escuela.

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Coincidimos en fechas vacacionales entre las fiestas de Dashain y Tihar, las fiestas más importantes de Nepal de las que ya hemos hablado otras veces.

Según nos informó Dani, este curso con todos los problemas generados por el terremoto, las tareas escolares han sido un desastre. Por cierto, el terremoto dejó la huella en el edificio más antiguo, se ven unos cuantos grietas, pero el resto de edificios están en perfecto estado.

Casualmente el primer terremoto les pilló haciendo la inauguración de la pista de baloncesto del pueblo en un lugar al aire libre y sin ningún edificio alrededor. No, nadie resultó herido pero el susto no se lo quitó nadie del cuerpo.

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Segunda parte

El horario del orfanato nos puede sorprender un poco: los niños se levantan a las 6 de la mañana, toman el té y hacen un rato de estudio. A las 9 comen el arroz, el dal bhat, bastante hemos hablado sobre esta comida en los relatos de los trekkings. A las 10 van a la escuela. A mediodía acuden otra vez en el centro, comen algo y vuelven a la escuela hasta terminar la jornada escolar a las 4. Juegan un rato y sobre las seis y media comen el segundo plato de dal bhat. Después vienen las horas de estudio y a las 9:30 todos a dormir.

Durante su estancia los voluntarios realizan actividades de todo tipo con los niños: ayuda en las horas de estudio, juegos, excursiones, trabajos, baños en el río, trabajos de todo tipo… Hay que decir también que el ritmo de vida de aquí y de Nepal no es el mismo. Las horas no pasan igual aquí que allí

El orfanato dispone de unos terrenos con seis edificios: uno que hace de comedor y cocina, dos bloques que son habitaciones, uno de duchas y servicios, otro edificio que se usa de sala de estar y biblioteca con el ordenador y un último edificio, el más antiguo, que en estos momentos está en mal estado por lo que se usa solo de taller. Debemos añadir los lavaderos y gran tendedero cubierto (cada niño se lava su ropa, no hay lavadora). Pensad el tráfico que conllevaba todos los niños entrando y sacando la ropa tendida en época de los monzones. En ese momento, como no había gas, la comida se hacía con unos “fogones” de fuego de leña improvisados con unas piedras fuera en el huerto, junto a las duchas.

A la hora de cocinar el dal bhat, siempre ves a alguien ayudando a las Didis (“didi” significa literalmente hermana mayor), que son las mujeres que están siempre a punto para todo: cocinar, servir, ayudar en cualquier cosa y muchas, muchas veces, hacer de madres siempre con la sonrisa en los labios.

En el resto del terreno podemos ver un campo de fútbol que se lo han hecho los chicos: despedregar-lo nivelarlo y plantar las porterías. Todo lo han hecho ellos.

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Un corral con gallinas, conejos y patos. Dos corrales más, uno para las cabras y el otro con una búfala con su cría que da leche para todos los niños. El responsable de los animales es Kush, un muchacho de 14 años encantador. Sólo tiene un rato libre ya te ves con las cabras o con la búfala.

Su hermano gemelo, Lov, es un manitas. Siempre está con un martillo y cuatro llaves en la mano o con el serrucho haciendo algún trabajo de carpintería. No ha terminado algo que ya piensa qué hará después.

Cuando los chicos te ven que estás haciendo algo, enseguida tienes tres o cuatro que vienen a ayudarte.

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Tercera parte

En ese momento estaban haciendo un cerrado para las cabras y había que hacer unas puertas. Allí está Kul, muchacho de 18 años, serio pero muy trabajador y buena persona, para hacer todo lo que sea de obra. Su mente, en aquellos momentos, estaba en la balsa para los patos que quería construir. Y lo consiguió, però balsa al final se está utilizando para hacer compost.

Otras tareas de los chicos son las del huerto: cebollas, habas, espinacas, frijoles, forraje para los animales…

Si hay que hacer un dibujo para decorar algo allí está el artista: Ramesh. Para los juegos de magia y dispuesto a todo está Rojan. Son dos niños muy especiales, como muchos otros. Me sabe mal no poder nombrar a todos ellos por sus cualidades.

También están los que no paran y están siempre pidiéndote algo a la que muchas veces tienes que decir que no, pero no se cansan de mendigar. Es normal, son niños.

¿Juguetes? ¿Qué juguetes? Los juguetes se los hacen ellos. Primero piensan que van a hacer, después se lo hacen y finalmente juegan. Son tres actividades mucho mejores que cualquier juguete.

Recortando cartón, aprovechando el plástico de unas botellas, cuatro maderas, dos cañas, cuatro papeles… Su cabeza no para.

Son niños con muchas carencias materiales pero la calidad humana de estos chicos te hace replantearte muchas cosas de lo que hacemos aquí, de cómo educamos y el poco valor que damos a las cosas.

¿Problemas? Claro que los hay, pero todo se soluciona poniendo un poco de voluntad de cada uno.

Cabe también destacar la solidaridad que hay entre los más grandes y los más pequeños. ¡Como se ayudan unos a otros!

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Desde estas líneas quiero dar las gracias a todos los niños del Balmandir de Bhimphedi: Jay, Anuj, Arati (Irati, incansable), Ashish, Ashok, Basu, Binita, Bipana, Bishnu, Bishwa, Kamal, Kiran, Manuj (el ratoncito), Sushil, Raju (que no para), Ramraj (Tiago), Ramesh II, Sanu, Saran, Sita, Som, Sujan, Sumit (siempre elegante) y los que he ya he mencionado antes. Para todos, muchas gracias.

Cuando volveré, algunos ya no estarán pero habrá otros nuevos.

También quiero agradecer a todos los que habéis colaborado de alguna manera con el Balmandir de Bhimphedi: colegio Francesc Català de Benicarló y Jaime Sanz de Peníscola, Caixa Rural de Benicarló, Penya Setrill, muchos amigos y conocidos… ah! y a todos los que fueron a la boda del siglo (Marta-Gyan) que se presentaron en Nepal cargados de ropa para el orfanato y llenaron un jeep.

En octubre volveré a Nepal, si alguien tiene algún portátil que lo pueda donar que se ponga en contacto conmigo.

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Siempre lo has pensado

Escrito por Nerea Gezuraga y Mikel Zubiaga, voluntaria de la casa de acogida de Bhimphedi.

Cuesta levantarse un día y decidirlo. Te vas a quitar el cinturón de seguridad y viajar, por ejemplo, en el techo de un autobús. Te vas a algún rincón del mundo donde poder empezar a cambiar el mundo.

Pronto te das cuenta de que esa no es más que una bonita idea. Que el trabajo que vas a hacer en Nepal es en realidad una experiencia personal brutal, pero – al menos de momento- no vas a cambiar el mundo.

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Llegamos a Bhimphedi habiendo recorrido los 60 kilómetros de “carretera” desde Katmandú en cuatro horas. Estamos en un pueblito perdido en un valle perdido rodeado de montañas, en un país perdido del mundo que conocemos. Nos cuesta adaptarnos a la falta de higiene. Nos cuesta adaptarnos a comer el mismo Dalbhat dos veces al día durante tres meses. Estamos en Nepal pero nadie dice que no sigamos siendo los mismos ricos Europeos. Aquí no hay cine, no hay hamburgueserías ni hay bares de copas, cada vez que bebes agua te lo piensas, el papel higiénico escasea, aquí no hay dónde ver un concierto de rock, aquí no hay macrotiendas de ropa, ni tan siquiera hay “el fútbol”.

Durante tres meses trabajamos a diario por que el entorno de los 28 niños y niñas de la casa de acogida de Bhimphedi sea más acogedor. Trabajamos de agricultores en la huerta, de ganaderos, de albañiles construyendo una caseta para las búfalas que queremos traer, con lo que sabemos de arquitectura ayudamos a que en el futuro se construyan edificios más resistentes ante los terremotos, hacemos de carpinteros interviniendo en la estructura de madera de un edificio de la casa de acogida. Ayudamos en la educación de los niños; les ayudamos con los deberes a diario, tratamos de que además de aprenderse las lecciones de memoria aprendan algo de verdad, hacemos actividades para que mejoren su nivel de inglés.

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Tres meses después Som y Anoj tienen en su jardín una búfala de la que beben leche todas las mañanas, nos gusta creer que ahora conocerán más de cerca la vida agrícola y ganadera que llevan la mayor parte de sus paisanos, quizás les sirva para cuando sean mayores. Raju y Sumit van mejorando su nivel de inglés por encima de la media, lo que con suerte les abrirá las puertas cuando sean mayores, quizás con ello puedan marcar la diferencia respecto a otros. Rojan sabe usar un programa para crear y editar videos a partir de las miles de fotos y videos que le encanta sacar con nuestras cámaras. Nos imaginamos que tal vez hayamos ayudado a que sea el próximo director de Bollywood.

Sentimos que hemos ayudado a este grupo de chavales a que su vida sea más rica, igual de pobre, pero más rica. Esto es lo que nosotros sentimos. Sí, nosotros. Nos guste o no, somos nosotros los que más hemos ganado con toda esta aventura.

Y luego está eso otro, lo de cambiar el mundo. Mierda. No lo hemos conseguido.

A falta de gas, durante el último mes cortamos leña para hacer fuego. En este pobre país lleno de gente rica ocurren cosas como que las fronteras se cierren y durante meses obtener suministro de gas y petróleo se convierta en un imposible. Ah, hubo también un terremoto. La mugrienta pero acogedora tetería de Sumitra ha pasado a tener además ahora una enorme grieta.

Su te con leche sigue estando cojonudo.