Siempre lo has pensado

Escrito por Nerea Gezuraga y Mikel Zubiaga, voluntaria de la casa de acogida de Bhimphedi.

Cuesta levantarse un día y decidirlo. Te vas a quitar el cinturón de seguridad y viajar, por ejemplo, en el techo de un autobús. Te vas a algún rincón del mundo donde poder empezar a cambiar el mundo.

Pronto te das cuenta de que esa no es más que una bonita idea. Que el trabajo que vas a hacer en Nepal es en realidad una experiencia personal brutal, pero – al menos de momento- no vas a cambiar el mundo.

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Llegamos a Bhimphedi habiendo recorrido los 60 kilómetros de “carretera” desde Katmandú en cuatro horas. Estamos en un pueblito perdido en un valle perdido rodeado de montañas, en un país perdido del mundo que conocemos. Nos cuesta adaptarnos a la falta de higiene. Nos cuesta adaptarnos a comer el mismo Dalbhat dos veces al día durante tres meses. Estamos en Nepal pero nadie dice que no sigamos siendo los mismos ricos Europeos. Aquí no hay cine, no hay hamburgueserías ni hay bares de copas, cada vez que bebes agua te lo piensas, el papel higiénico escasea, aquí no hay dónde ver un concierto de rock, aquí no hay macrotiendas de ropa, ni tan siquiera hay “el fútbol”.

Durante tres meses trabajamos a diario por que el entorno de los 28 niños y niñas de la casa de acogida de Bhimphedi sea más acogedor. Trabajamos de agricultores en la huerta, de ganaderos, de albañiles construyendo una caseta para las búfalas que queremos traer, con lo que sabemos de arquitectura ayudamos a que en el futuro se construyan edificios más resistentes ante los terremotos, hacemos de carpinteros interviniendo en la estructura de madera de un edificio de la casa de acogida. Ayudamos en la educación de los niños; les ayudamos con los deberes a diario, tratamos de que además de aprenderse las lecciones de memoria aprendan algo de verdad, hacemos actividades para que mejoren su nivel de inglés.

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Tres meses después Som y Anoj tienen en su jardín una búfala de la que beben leche todas las mañanas, nos gusta creer que ahora conocerán más de cerca la vida agrícola y ganadera que llevan la mayor parte de sus paisanos, quizás les sirva para cuando sean mayores. Raju y Sumit van mejorando su nivel de inglés por encima de la media, lo que con suerte les abrirá las puertas cuando sean mayores, quizás con ello puedan marcar la diferencia respecto a otros. Rojan sabe usar un programa para crear y editar videos a partir de las miles de fotos y videos que le encanta sacar con nuestras cámaras. Nos imaginamos que tal vez hayamos ayudado a que sea el próximo director de Bollywood.

Sentimos que hemos ayudado a este grupo de chavales a que su vida sea más rica, igual de pobre, pero más rica. Esto es lo que nosotros sentimos. Sí, nosotros. Nos guste o no, somos nosotros los que más hemos ganado con toda esta aventura.

Y luego está eso otro, lo de cambiar el mundo. Mierda. No lo hemos conseguido.

A falta de gas, durante el último mes cortamos leña para hacer fuego. En este pobre país lleno de gente rica ocurren cosas como que las fronteras se cierren y durante meses obtener suministro de gas y petróleo se convierta en un imposible. Ah, hubo también un terremoto. La mugrienta pero acogedora tetería de Sumitra ha pasado a tener además ahora una enorme grieta.

Su te con leche sigue estando cojonudo.