La veu de Benicarló

Artículo escrito por Tonyo Fibla (voluntario de la casa de acogida de Bhimphedi) publicado en tres contraportadas de la revista en catalán La Veu de Benicarló

 

Primera parte

Terminado el relato del Manaslu ahora, como os prometí, os explicaré un poco mi experiencia como voluntario en un orfanato de Nepal, exactamente al Balmandir de Bhimphedi. “Balmandir” significa literalmente “templo de los niños”, y es un término usado en Nepal para algunas casas de acogida o orfanatos.

Bhimphedi es un pueblo pequeño 60 km al sur de Katmandú, prácticamente es un pueblo-calle en la antiguo camino principal que comunicaba Katmandú con la India. Después de construir la nueva carretera para ir de India a Katmandú por otro lado, este núcleo urbano ha cayó en decadencia.

La comunicación del pueblo con la capital no es fácil, se hace en jeeps dado que la carretera está en muy mal estado, cuando estuve yo se añadía otro problema, la falta de gasolina y gas. Resulta que por problemas políticos, a raíz de la nueva constitución nepalí, India cerró fronteras y suministraba los combustibles con cuentagotas. Esto hacía que hubiera menos vehículos, más demanda y el consecuente aumento del precio. Las colas para conseguir unos litros de gasolina eran larguísimas, y no hablemos de las de gas para obtener una bombona de butano.

Lluc y yo quedamos con Dani, el responsable catalán del Balmandir de Bhimphedi, y Anna, la encargada de los voluntarios de la asociación de Amics del Nepal de Barcelona, que casualmente estaba en Katmandú. Cogimos un jeep donde éramos todos voluntarios, entre ellos, los padres de Dani que habían venido a ver al hijo. En total ocho personas.

El viaje son 3 horas para hacer unos sesenta kilómetros. Hay dos pistas posibles, una de mala y la otra peor. De camino fui explicando mi relación con Nepal y concretando más, el motivo de haberme implicado como voluntario con Amics de Nepal de Barcelona.

Nos instalamos todo el grupo en una casa de huéspedes. Hay cocina y una sala de estar que están bien pero como todo Nepal no había gas. ¿Qué debemos hacer?

Después fuimos a Balmandir donde nos hicieron una sencilla ceremonia de bienvenida y tuvimos el primer contacto con los niños. Hay una treintena de chicos de los cuales cuatro eran niñas. Las edades iban de los seis a los dieciocho años.

Todos los niños están escolarizados. Los alumnos de primaria en la escuela comunitaria donde dan clases en inglés y los más grandes en la pública ya que para secundaria, en Bhimphedi, no hay otra escuela.

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Coincidimos en fechas vacacionales entre las fiestas de Dashain y Tihar, las fiestas más importantes de Nepal de las que ya hemos hablado otras veces.

Según nos informó Dani, este curso con todos los problemas generados por el terremoto, las tareas escolares han sido un desastre. Por cierto, el terremoto dejó la huella en el edificio más antiguo, se ven unos cuantos grietas, pero el resto de edificios están en perfecto estado.

Casualmente el primer terremoto les pilló haciendo la inauguración de la pista de baloncesto del pueblo en un lugar al aire libre y sin ningún edificio alrededor. No, nadie resultó herido pero el susto no se lo quitó nadie del cuerpo.

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Segunda parte

El horario del orfanato nos puede sorprender un poco: los niños se levantan a las 6 de la mañana, toman el té y hacen un rato de estudio. A las 9 comen el arroz, el dal bhat, bastante hemos hablado sobre esta comida en los relatos de los trekkings. A las 10 van a la escuela. A mediodía acuden otra vez en el centro, comen algo y vuelven a la escuela hasta terminar la jornada escolar a las 4. Juegan un rato y sobre las seis y media comen el segundo plato de dal bhat. Después vienen las horas de estudio y a las 9:30 todos a dormir.

Durante su estancia los voluntarios realizan actividades de todo tipo con los niños: ayuda en las horas de estudio, juegos, excursiones, trabajos, baños en el río, trabajos de todo tipo… Hay que decir también que el ritmo de vida de aquí y de Nepal no es el mismo. Las horas no pasan igual aquí que allí

El orfanato dispone de unos terrenos con seis edificios: uno que hace de comedor y cocina, dos bloques que son habitaciones, uno de duchas y servicios, otro edificio que se usa de sala de estar y biblioteca con el ordenador y un último edificio, el más antiguo, que en estos momentos está en mal estado por lo que se usa solo de taller. Debemos añadir los lavaderos y gran tendedero cubierto (cada niño se lava su ropa, no hay lavadora). Pensad el tráfico que conllevaba todos los niños entrando y sacando la ropa tendida en época de los monzones. En ese momento, como no había gas, la comida se hacía con unos “fogones” de fuego de leña improvisados con unas piedras fuera en el huerto, junto a las duchas.

A la hora de cocinar el dal bhat, siempre ves a alguien ayudando a las Didis (“didi” significa literalmente hermana mayor), que son las mujeres que están siempre a punto para todo: cocinar, servir, ayudar en cualquier cosa y muchas, muchas veces, hacer de madres siempre con la sonrisa en los labios.

En el resto del terreno podemos ver un campo de fútbol que se lo han hecho los chicos: despedregar-lo nivelarlo y plantar las porterías. Todo lo han hecho ellos.

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Un corral con gallinas, conejos y patos. Dos corrales más, uno para las cabras y el otro con una búfala con su cría que da leche para todos los niños. El responsable de los animales es Kush, un muchacho de 14 años encantador. Sólo tiene un rato libre ya te ves con las cabras o con la búfala.

Su hermano gemelo, Lov, es un manitas. Siempre está con un martillo y cuatro llaves en la mano o con el serrucho haciendo algún trabajo de carpintería. No ha terminado algo que ya piensa qué hará después.

Cuando los chicos te ven que estás haciendo algo, enseguida tienes tres o cuatro que vienen a ayudarte.

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Tercera parte

En ese momento estaban haciendo un cerrado para las cabras y había que hacer unas puertas. Allí está Kul, muchacho de 18 años, serio pero muy trabajador y buena persona, para hacer todo lo que sea de obra. Su mente, en aquellos momentos, estaba en la balsa para los patos que quería construir. Y lo consiguió, però balsa al final se está utilizando para hacer compost.

Otras tareas de los chicos son las del huerto: cebollas, habas, espinacas, frijoles, forraje para los animales…

Si hay que hacer un dibujo para decorar algo allí está el artista: Ramesh. Para los juegos de magia y dispuesto a todo está Rojan. Son dos niños muy especiales, como muchos otros. Me sabe mal no poder nombrar a todos ellos por sus cualidades.

También están los que no paran y están siempre pidiéndote algo a la que muchas veces tienes que decir que no, pero no se cansan de mendigar. Es normal, son niños.

¿Juguetes? ¿Qué juguetes? Los juguetes se los hacen ellos. Primero piensan que van a hacer, después se lo hacen y finalmente juegan. Son tres actividades mucho mejores que cualquier juguete.

Recortando cartón, aprovechando el plástico de unas botellas, cuatro maderas, dos cañas, cuatro papeles… Su cabeza no para.

Son niños con muchas carencias materiales pero la calidad humana de estos chicos te hace replantearte muchas cosas de lo que hacemos aquí, de cómo educamos y el poco valor que damos a las cosas.

¿Problemas? Claro que los hay, pero todo se soluciona poniendo un poco de voluntad de cada uno.

Cabe también destacar la solidaridad que hay entre los más grandes y los más pequeños. ¡Como se ayudan unos a otros!

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Desde estas líneas quiero dar las gracias a todos los niños del Balmandir de Bhimphedi: Jay, Anuj, Arati (Irati, incansable), Ashish, Ashok, Basu, Binita, Bipana, Bishnu, Bishwa, Kamal, Kiran, Manuj (el ratoncito), Sushil, Raju (que no para), Ramraj (Tiago), Ramesh II, Sanu, Saran, Sita, Som, Sujan, Sumit (siempre elegante) y los que he ya he mencionado antes. Para todos, muchas gracias.

Cuando volveré, algunos ya no estarán pero habrá otros nuevos.

También quiero agradecer a todos los que habéis colaborado de alguna manera con el Balmandir de Bhimphedi: colegio Francesc Català de Benicarló y Jaime Sanz de Peníscola, Caixa Rural de Benicarló, Penya Setrill, muchos amigos y conocidos… ah! y a todos los que fueron a la boda del siglo (Marta-Gyan) que se presentaron en Nepal cargados de ropa para el orfanato y llenaron un jeep.

En octubre volveré a Nepal, si alguien tiene algún portátil que lo pueda donar que se ponga en contacto conmigo.

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