Taller preparado por Mercè Vega Castellví, apicultora y artesana.
Esta semana hemos hecho una actividad sobre las abejas. Todos los niños sabían que estos insectos son los que producen la miel. Pero, ¿cómo funciona una colmena?, ¿cómo fabrican las abejas la miel?
La primera actividad que preparó Mercè sirvió para diferenciar los tres tipos de individuos que forman parte de un enjambre: la reina, las obreras, y los zánganos. Cada niño recortó e hizo su propia abeja.
De esta manera pudimos explicar qué tareas hacía cada individuo, de que partes estaba constituida una colmena y porqué las abejas son tan importantes para la polinización.
El día siguiente empezamos a preparar un móvil para colgar en el pasillo. Empezamos dibujando abejas obreras y zánganos, flores de diferentes colores e hicimos hexágonos para poder construir la colmena.
Con esta actividad pudimos profundizar sobre cómo se organizan las abejas. En el centro hay la reina que pone los huevos, y las larvas que van transformándose. Al exterior, hay las reservas de polen y de miel.
Fue en este momento en el cual hablamos de cómo se extraía la miel. Mercè, que había sido apicultora, había traído una humareda y unas mascaras. A los niños les encantó probarlo!
Para acabar la semana hicimos un mural con toda la información que habían aprendido, y este es el resultado final:
Escrito por Marina Viñas, voluntaria de Amics del Nepal
En el avión Barcelona-Nepal nos acompañaba un pasajero particular: NEPCAT CONNECTION, un proyecto que tiene como objetivo principal el intercambio cultural entre los chicos y chicas de Balmandir y chicos y chicas de Cataluña, abriendo las puertas a nuevas formas de vivir y entender la vida mediante el correo electrónico.
En Cataluña tenemos una cómplice – Gloria Iniesta, maestra del Col·legi Mestre Pla de Castellar del Vallès – que ha presentado el proyecto a sus compañeros. Y todos se han apuntado en seguida. Qué bien! Tenemos dos clases de 5º y dos de 6º de primaria con las que podemos empezar. Así que podemos hacer cuatro grupos. Vamos, vamos!
Hemos creado una cuenta de correo electrónico y hemos dividido los niños en los cuatro grupos, mezclándolos por edades. Así los mayores darán apoyo a los más pequeños. Parece que sea un trabajo fácil, pero ponerse delante del ordenador y empezar …. ya no lo es tanto. El primer día, con el primer grupo ya vi que incluir a los mayores había sido una decisión acertada. Ese día, el chico mayor del grupo no pudo participar porque tenía que estudiar, así que empecé sólo con los dos más pequeños. «Venga va, como empezamos un correo?». Las caras no tenían desperdicio. Y el más absoluto silencio tampoco. Pero todo se supera y en dos semanas conseguimos finalizar y enviar el primer correo con cada uno de los grupos. Ahora ya habíamos pasado el balón a territorio catalán. ¿Tendremos respuesta? ¿Tardará mucho?
Mientras tanto, nos conectamos al google maps y empezamos a buscar el lugar donde estamos enviando los correos. Ver los edificios y las calles les fascina y una vez vista la escuela y las casas de alrededor, y descubrir esta nueva herramienta en internet …. «¡¡Queremos ver el Camp Nou!!». Así que ahora ya hemos visto el Camp Nou, la Sagrada Familia … y el mar !!! Como si lo estuviésemos viendo a través de una ventana.
Cuatro semanas más tarde del aterrizaje en Nepal el proyecto empezó a tomar forma: uno de los grupos recibió la primera respuesta. ¡¡Iuhu !! Y ahora que han pasado ocho semanas ya hemos intercambiado fotografías, recetas, tradiciones…cada uno de los cuatro grupos es diferente pero todos son interesantes.
Estamos muy contentos e ilusionados, esperando que la evolución sea muy positiva y que poco a poco vaya creciendo. No es sólo un intercambio de perspectivas, de su día a día, de las inquietudes, de las tradiciones, etc. El proyecto «NEPCAT connection» quiere ir más allá ya que también permitirá el trabajo grupal, practicar inglés, descubrir nuevas herramientas de búsqueda de información, herramientas informáticas, etc.
Escrito por Joana Alsinavoluntaria de la casa de acogida
En Balmandir, a las seis de la mañana se prepara el té para los más grandes y se calienta la leche de búfala para los más pequeños. Cada día se consumen unos 5 litros de leche fresca, que durante el resto del año se terminan en un abrir y cerrar de ojos. ¡A la hora del estudio ya no queda ni una gota! Pero como algunos ya sabéis, estamos en unas fechas muy especiales y algunos de los más mayores se han marchado para celebrar el Dashain. Por esta razón cada día nos quedan unos cuantos litros de deliciosa leche de búfala. Hacer mozzarella nos pareció demasiado arriesgado, así que decidimos intentar hacer yogur.
Transformar la leche en yogur no es muy complicado. Sólo se necesita una ración de yogur de muestra – que permitirá transformar la leche-, un termómetro – para medir la temperatura de la leche y del agua – y una yogurtera. Aquí en Bhimphedi no tenemos ni yogurtera ni termómetro, pero decidimos intentarlo de todas formas.
Cada día cogemos dos litros de leche y la pasteurizamos. Una vez ya ha hervido, la dejamos enfriar al mismo tiempo que ponemos otra olla con agua al fuego, que hará la función de yogurtera. Una vez que la leche se ha enfriado un poco y creemos que está a 46 grados, añadimos un yogur y mezclamos, intentando que no queden grumos. Con un cucharón llenamos los vasos metálicos y los ponemos dentro de la olla al baño maría.
Cuando los tenemos todos dentro se tapa con un plato y para conservar el calor lo sellamos con cinta aislante. Una vez todo está listo lo envolvemos con una manta para guardar el calor durante toda la noche, como si fuera una yogurtera.
A la mañana siguiente, antes de hacer el té abrimos la olla y… ¡a ver qué nos encontramos! Como no tenemos termómetro un día los yogures son líquidos, otro día tienen grumos y de vez en cuando los yogures nos quedan como es debido. No nos gusta la rutina así que ya nos parece bien. Los guardamos en la nevera hasta que tenemos suficientes para todos los niños y cada tres días en Balmandir ¡hay yogur para merendar!
Escrito por Joana Martínez, voluntaria de la casa de acogida
La semana pasada llegaron a nuestra casa de acogida tres nuevas habitantes dispuestas a compartir con nosotros un buen montón de aventuras. No llegaron en jeep ni en autobús, ni en ningún medio de transporte convencional. Tampoco presentan las características habituales de la mayoría de recién llegados que vienen de visita o para quedarse una larga temporada. Eso si, nuestras nuevas compañeras han venido para quedarse y tuvieron una cálida bienvenida por parte de todos aquellos que nos encontrábamos en Balmandir para recibirlas. Ya os imagináis de quien se trata? Queréis una pista más? Son peluditas, suaves como un peluche, graciosas y monísimas! Ahora si…?
Las nuevas habitantes de Balmandir no son ni más ni menos que tres cabritas recién nacidas! Ya hace unos meses que cuatro de las cabras están embarazadas y poco a poco irán naciendo las pequeñas. De momento ya tenemos a tres, que llegaron con menos de una semana de diferencia y esperamos con impaciencia que el resto de primitas hagan lo mismo durante las siguientes semanas.
Las didis y Kush se preocuparon en todo momento de que las madres tuvieran un parto lo más cómodo posible y que las pequeñas estuvieran bien atendidas durante sus primeras horas de vida. Kush es nuestro niño pastor: se encarga de de sacar los animales a pastar, de alimentarlos correctamente, de curarlos cuando tienen alguna pequeña herida… hasta les pone producto antipiojos y los desparasita cuando hace falta! así pues, como ya os podéis imaginar, la llegada de las cabritas ha sido un bonito acontecimiento. Tendriáis que ver como se desvive por ellas!
El resto de Balmandir fuimos pasando para darles la bienvenida correspondiente y deshacernos en «oooooois» y «aaaaais» viéndolas dar sus primeros pasitos patosamente y la gran aventura que representó para ellas conseguir llegar correctamente a la teta de su madre sedientas. Os dejamos algunas de sus primeras fotografías para que también las podáis disfrutar! Hasta pronto!
Escrito por Joan Fisse, voluntario de la casa de acogida
Para mejorar el rendimiento del huerto de Balmandir y proteger las plantas de las lluvias torrenciales de los monzones que hacen caer los frutos antes de tiempo, nos pareció interesante construir un invernadero, o para ser más exactos un «tunnelhouse» cuya función es hacer de paraguas gigante. Buscamos información sobre construcciones similares en Nepal y vimos que el material más utilizado es el bambú atado con alambre y cubierto por un plástico. Y nos pusimos manos en la obra.
En primer lugar escogimos la localización dentro del huerto y nos decidimos por una parcela que en ese momento estaba yerma y nos permitía hacer un invernadero de 20m x 5m. Estábamos condicionados en cuanto a la anchura por el tamaño de los plásticos disponibles. Sólo tenía un problema: en medio había un árbol que servía de soporte a un pepino que estaba en plena producción. El huerto está lleno de pepinos gigantes, y no hay día que no venga un niño con un plato con uno de sus pepinos a trozos ofreciendo a los otros niños, personal y voluntarios.
Tras varias conversaciones el mismo día por la tarde el árbol y el pepino que había en la parcela deseada habían desaparecido: la didi Santamaya había tomado la decisión.
Emprendimos la aventura de ir de compras. Hay que ir a Hetauda (unos 26 km desde Bhimphedi en coche de línea). Teníamos que localizar los materiales y transportarlos. Lo más complicado de transportar fueron las 60 varas de 6-8 m de largo de bambú. La baca del autobús da para mucho y allí las llevamos. Todo el mundo participó a descargarlas cuando llegamos al centro de acogida.
Mientras íbamos limpiando el terreno de malas hierbas con la colaboración de todos. En ello también nos ayudó en Pere, un voluntario que estuvo unos pocos días. Construimos las seis porterías que debían soportar toda la estructura con las bases protegidas con pintura contra la humedad y empezamos a poner el primer bambú. Sobre las porterías y los pilares centrales fuimos construyendo el resto de la estructura, siempre que la lluvia nos lo permitía.
Pero con lo que los Monzones no contaban fue con la llegada de Esther, un refuerzo de nivel, experta en agricultura y gestión de invernaderos, que nos dio el empujon que nos faltaba para poder finalizar la construcción de la estructura y de los siguientes pasos hasta terminar el trabajo.
Después de poner un entramado de alambre para evitar las bolsas de agua, llegó el momento de poner el plástico. Fue un momento emocionante ya que la teníamos que estirar entre tres personas, todos coordinados. Con la ayuda de tres perchas con sacos en la punta, tres personas más lo iban acompañando el plástico para evitar que se desgarrara con alguno de los obstáculos.
Una vez puesto a prueba con las lluvias torrenciales de los últimos días, hemos ido rectificando las zonas del techo de plástico donde se formaban charcos de agua.
Paralelamente dos brigadas se han ocupado de sacar dos cepas que nos quedaban en medio del invernadero. Nos queda rellenar de tierra los agujeros de las cepas, solarizar el terreno para reducir al máximo las malas hierbas y los habitantes no deseados del suelo (gusanitos de todo tipo), aportar un poco de abono y ya se podran cultivar tomates, fresas y lo que convenga.
Todo esto no hubiera sido possible sin la participación de todos incluidos los nuevos voluntarios Mireia y Jordi y los retornados Laura y Pol (voluntarios de hace dos años y medio que nos vinieron a visitar por un par de días, pero no dejaron de trabajar.
Bernat, un voluntario que ha pasado como un rayo por aquí, nos ha ayudado mucho tanto con la construcción de una mesa de germinación como en los trabajos de altura en el montaje de la estructura. En la tabla ya tenemos alguna plantita de Moringa creciendo. Además, Bernat nos ha dejado el taller que da gusto, para que no se pierdan las herramientas del huerto, las herramientas de taller y los materiales de uso común.
Una vez los niños rellenaron los agujeros de tierra, los más pequeños se animaron a ayudarnos con la solarización. ¡Un gran trabajo de equipo! En un santiamén tenemos el plástico sellado. Sólo queda esperar 3 o 4 semanas y ya podremos plantar!
Gracias a la información que nos ha dado la didi Maya podremos preparar una buena programación para plantar en el invernadero.
Escrito por Marcel, voluntario de la casa de acogida de Bhimphedi.
El pasado 14 de mayo vino a Balmandir a ayudarnos un tractor para labrar los huertos y así poder sembrarlos más fácilmente.
Los niños estaban entusiasmados con esta visita y se pasaron todo el día enganchados al tractor mirando como trabajaba. De hecho, cuando acabó de trabajar los campos, sin dudarlo se montaron en él y hicieron ver que lo conducían.
Nos sirvió de gran ayuda esta visita, puesto que el maíz que se plantó en los huertos ha crecido muy rápidamente y ya tiene unas dimensiones considerables.
Mientras tanto, los más pequeños de la casa han aprovechado para cocinarnos unas hierbas llamadas ‘’sagh’’. Son unas hojas que al cocinarlas tienen un gusto parecido al de las espinacas y están de lo más buenas!
¿Qué hacen dos nepalís, un catalán y cuatro vascos a las 4 de la mañana en un remoto valle de Nepal?
Nos espera una caminata de una hora hasta Damar, donde hemos quedado para recoger a nuestra Búfala (bhaisi en nepalí) y su cría macho. Está despejado, lo que hace que la subida sea más llevadera… y por suerte en Damar nos acogen con un riquísimo té, hecho como no, con leche de búfala recién ordeñada.
Al cabo de un rato nos traen nuestra búfala… aquí empieza la parte más interesante de la mañana: bajarlas por la larga pista hasta Bhimphedi sin que se nos despeñen o se paren a descansar en la mitad del camino… Dos horas más tarde llegamos a Balmandir y los niños las reciben con gritos y carreras, las acompañan hasta su nueva casa… y abrazan y estrujan por primera vez al pequeño de la familia.
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Estas últimas semanas hemos estado inmersos en la preparación de la cuadra para las búfalas y las cabras (bakhara en nepalí). Lo primero que hubo que hacer fue vaciar el espacio que íbamos a utilizar como cuadra ya que estaba lleno de vigas de madera. Algunas de ellas eran muy largas y pesadas por lo que tuvimos que pedir ayuda a los trabajadores de la cárcel. Después de que Dani visitara la cárcel por lo menos diez veces para pedirles ayuda al fin vinieron …
Dos semanas más tarde al fin tuvimos el espacio vacío, con lo que empezamos con las reparaciones… y parecía fácil: una de las vigas estaba partida, uno de los pilares totalmente podrido, al sustituir éste tuvimos que mover el de al lado, la chapa que hacía de pared trasera estaba puesta con la ondulación del revés de forma que el agua entraba hacia dentro, el tejado necesitaba arreglos, hacer la puerta no fue nada fácil, colocamos una antigua puerta metálica inutilizable como parte de la pared (y cómo pesaba!), pusimos 6 pilares para atar a las búfalas, una capa de hormigón para allanar el interior y darle pendiente… Poco a poco la cuadra fue tomando forma. Entre tanto también hicimos una pequeña ampliación a la caseta para colocar allí las cabras (anteriormente ya teníamos patos y gallinas, y una perra con tres crías de menos de un mes de edad. Este orfanato se está convirtiendo en una granja!).
Por otro lado las cabras y las búfalas necesitan hierba, mucha hierba… así que hemos dedicado toda la parte baja del terreno de huerta para plantar hierba: Primero vinieron a pasar los bueyes, luego retiramos todas las hierbas y maleza restante, y después fuimos sembrando poco a poco las semillas… al de unos días repetimos el proceso en la otra mitad del terreno. Pero claro, para separar la zona de pasto de la zona de huerta hace falta una valla… así que, qué mejor que construirla nosotros mismos! Esta historia la dejamos para un próximo post…
Lo dicho, por fin tenemos búfalas en nuestra granja!!
Nerea y Mikel
Voluntarios de larga estancia de Amics del Nepal para la casa de acogida de Bhimphedi y el programa de reconstrucción y mejora de la vivienda afectada por el terremoto.
P.D. ¿Os hemos contado que Ricardo y Jorge vinieron de Kathmandu anteayer y trajeron 4 conejos en la chistera? Sí. En Balmandir también tenemos conejos.
Ricardo, miembro de la junta de Amics del Nepal y voluntario asiduo en Bhimphedi ha vuelto a nepal por quinto año consecutivo. Ricardo es el creador del proyecto TaperNepal, en el que se consiguen recursos para la casa de acogida de Bhimphedi a través de vender productos artesanales hechos en Nepal.
Este año Ricardo ha venido de India dónde estaba haciendo un curso para formarse en su profesión: Profesor de yoga. Pero además también es jardinero de profesión, lo que ha sido extremadamente útil en Bhimphedi cada vez que ha venido. Gracias a su energía, buen humor, ganas de trabajar, sus conocimientos y que es un manitas, cada vez que viene a la casa de acogida se consiguen cosas que parecían imposibles.
Este año lo fui a recoger al Tribhuvan International Airport (TIA), único aeropuerto internacional del país, situado en Katmandú. Y como es de esperar, Nepal nunca te deja de sorprender. Mientras lo estaba esperando, mirando si aparecía por el pasillo, ¡de repente aparece un mono! Hay monos por toda la ciudad (por los tejados, por millones de cables que cuelgan por las calles, por los templos…) ¿pero dentro del aeropuerto?
No era un mono pequeño, pero des de detrás del cristal toda la gente se lo miraba sonriendo. De golpe, pega un brinco y se cuelga del cristal, lo baja con asombrosa facilidad y tranquilidad. La gente se sorprende pero tampoco se pone nerviosa. Se acerca a un señor que está sentado. Le coge la botella de Fanta que tenia al lado del banco… el señor se lo mira… el mono le sopla amenazante. Pero el señor lo ignora, y el mono se sienta mirando su premio. De repente, le pega un mordisco a la botella y sale a presión la bebida. El señor sale corriendo. El mono sabe lo que se está haciendo, no es la primera vez… tranquilamente se pone a beber su Fanta y no se va del aeropuerto hasta que ha terminado. Finalmente llega Ricardo. Este país es genial. Un desastre en muchos sentidos… pero genial.
Ricardo:
De nuevo en Bhimphedi, una vez más. Este año era más necesario que nunca el venir a echar una mano; por el terremoto, por los nenes, por Dani, … por Nepal.
Y, para mi alegría, la casa de acogida está más bonita que nunca y lleno de vida. Los jardines con flores, la cuadra con animales, la huerta bien mantenida y Kali (la perrita del centro) a punto de dar a luz. Balmandir rebosa vida.
Nada más entrar viene corriendo Maya a ponerme la “tika”. Que buena és la “didi” Maya. Visito el orfanato y veo que no está el tallercito que dejé el año pasado. Bueno… pues lo montaremos otra vez. Por suerte, Kul se ha hecho cargo de casi todas las herramientas y solo hay que buscar un hueco donde volver a colocarlas ordenadas.
Ordenar, limpiar, quemar lo que no valga… Y en una mañana tenemos montado el taller y mi habitación. Hacemos inventario de lo que tenemos y lo que nos hace falta, un día de estos iremos a Hetauda a comprar con el dinero del TaperNepal de Bilbao y Zaragoza.
Mucha gente ha colaborada para que yo pueda volver, otra vez, a estar con estos chavales y a vivir un tiempo en Nepal. ¡Mi agradecimiento a todos!
Des de que llegue a Bhimphedi, ahora hará tres meses y medio, hasta hace dos semanas aun no había vivido un día de escuela “normal”. Cuando llegué los mayores empezaban los exámenes finales y estuve ayudando a los pequeños a prepararse los exámenes que empezaban una semana más tarde. Después de esto, las vacaciones que tenían que durar menos de un mes han resultado ser de más de dos meses. De manera que yo ya me planteaba si vería como es la vida de estos niños cuando van a la escuela. Como podéis leer en el último post, por fin las escuelas han vuelto a funcionar pero durante estos dos meses de vacaciones hemos aprovechado para trabajar en el centro.
El centro de acogida dispone de un terreno muy grande y con muchas posibilidades. Así que durante este tiempo de vacaciones hemos estado trabajando para mejorarlo y aprovechar al máximo el espacio disponible. El trabajo entre dos personas avanza muy despacio, pero cuando nos ponemos treinta a trabajar, rápidamente se terminan cosas que parecían imposibles. Y aún nos ha quedado mucho tiempo para jugar a los juegos de siempre y a algunos de nuevos.
Además, durante estas vacaciones hemos acogido una nueva mascota en Balmandir. Un búho que se quedo sin madre y los niños han estado cuidando, alimentando y ahora ya vuela libre y aparece cuando tiene hambre.
Cuando llegué aquí, ya se comentaba la necesidad de tener una máquina de coser en el centro, puesto que a menudo tenían que llevar ropa a arreglar y así se podrían mejorar las sábanas, cojines y cortinas. Claro, si trajésemos una máquina de coser, necesitaríamos que alguien nos enseñase a utilizarla. Entonces, Kush lanzo la idea de que en Bhimphedi hay varias personas que, en su tienda de ropa, hacen cursos de costura. Y así fue como Binita, Sita y yo empezamos un curso de costura, donde aprenderíamos a dominar el uso de la maquina haciendo hasta 30 piezas de ropa distintas. El primer día Urmila, nuestra profesora, no esperaba que no hubiésemos utilizado nunca una máquina de coser de pedales y nos tuvo una hora practicando el movimiento de pies. Ahora, a punto de terminar las 30 piezas somos unas expertas, como dice Binita, y hemos repartido unas cuantas piezas de ropa nueva a los niños y niñas, a las didis y hemos hecho muchísimos arreglos de descosidos de los niños. Tener una máquina de coser en el centro permitirá que los niños arreglen su propia ropa y además las dota de una nueva habilidad que les puede ser útil en el futuro.
Cuando nos tuvimos que mudar de habitación después del terremoto, todo el material que teníamos bien colocado antes, quedó repartido en cajas por el suelo de la nueva habitación. Necesitábamos alguna manera de mantenerlo ordenado y poder encontrar las cosas con facilidad. Así pues, decidimos que nos atreveríamos a construir nuestra propia estantería. Pensamos que sería un buen aprendizaje para los niños ver que te puedes construir tus propios muebles. Enseguida Love, uno de los niños más manitas, se entusiasmo con la idea y la convirtió en su proyecto. Horas de trabajo, errores y correcciones dieron como resultado esta fantástica estantería que tenemos en la actual oficina. Esto sí que es aprender haciendo!
Además, no se ha quedado aquí. Después, Love decidió construir una mesa nueva para el comedor aprovechando madera antigua. Nada más terminar ya preguntaba cual era el próximo proyecto.
Creo que es muy interesante potenciar los intereses de los niños. Les mantiene activos y obtienen aprendizajes que les pueden ser útiles en el futuro.
Hace casi dos meses que trajimos las gallinas de Hetauda, y aún no nos han dado ni un solo huevo. Cada mañana vamos al gallinero esperanzados y salimos con las manos en los bolsillos.
Las Didis nos dicen que si no ponemos un gallo las gallinas pondrán más tarde y menos a menudo. ¿De verdad? Pues tendremos que comprar un gallo… pero los gallos aquí son tant grandes que dan miedo! Tras negociarlo con Kush, decidimos que compraremos un gallo, pero que todavía no sea muy grande, que no queremos que rompa la paz del gallinero.
Por un solo gallo no vale la pena ir a Hetauda, lo compramos por 3 euros el kilo (no son baratos los animales aquí). Y el ponemos con las gallinas. El primer día el gallo está un poco intimidado, por estas diez gallinas mayores que él y que no le paran de picotear. Pero al día siguiente ya la han acogido a la familia.
Ahora no hay excusa, queremos huevos! Si con la compañía del macho tampoco funciona, quizá acabarán todos juntos a la cazuela el próximo sábado!
Dos días después en Kul se nos acerca con una sonrisa enorme diciendo que tiene buenas noticias! Tenemos el primer huevo!