Escrito por Pau R. E.
En Nepal el nuevo curso escolar empieza en mayo. Con el nuevo curso también llegan nuevas incorporaciones al centro. Nos dirigimos al centro de coordinación de niños de Nepal en Katmandú con un nuevo voluntario recién llegado. Una vez en el centro de coordinación se pregunta por los niños que hay que recoger, pero aún no los tienen preparados. Después de casi 4 horas gestionando los trámites, nos adjudican 2 niños y 2 niñas.
Con las cartas preparadas vamos a buscar primero a las niñas, que están en el centro Naxal. Justo al llegar allí muchos niños reconocen a Dani, y empiezan a gritar que también quieren ir a Bhimphedi, todos muy emocionados.
Mientras terminan de preparar a las niñas, los niños del centro se ponen a jugar con nosotros haciendo un corro a nuestro alrededor. Una vez listas, nos sorprende la edad de las mismas, ¡son muy pequeñas (6 y 4 años)! ¡Y también son hermanas! Nos dirigimos a buscar a los 2 niños en el centro Siphal, allí ya están preparados pero ¡aún son más pequeños que las niñas (4 y 3 años)! ¡Toda una sorpresa!
Ya tenemos todo listo para poder seguir con el taxi hasta Balco, donde cambiamos de vehículo para coger un Jeep hacia Bhimphedi. Se nos asignan los 4 asientos traseros para los 6 (2 cooperantes, las 2 niñas y los 2 niños). Justo antes de subir la niña mayor empieza a llorar, hace poco que ha sido acogida en Naxal y desconocemos cómo se sentía. Después de intentar tranquilizarla sin éxito decidimos que ya aceptará la situación, y procedemos a subir al Jeep donde el llanto persiste y parece que empieza a contagiarsele a su hermana menor; el resto de pasajeros, otras 6 personas, también empieza a incomodarse. Pero por suerte pronto las dos hermanas se duermen profundamente, quedando despiertos sólo los 2 niños. El mayor se porta muy bien, muy quietecito y el menor no para de comer galletas sin ningún fin aparente y juega con la ventana del Jeep lleno de curiosidad.
La primera mitad del trayecto transcurre con mucho tránsito, sobre todo causado por la cantidad de barro de la lluvia de los últimos días. Los Jeeps, a pesar de tener tracción a las cuatro ruedas, resbalan y les cuesta subir. Todo ello hace que llegamos mucho más tarde de lo previsto al punto de descanso, en la mitad del trayecto. Allí ofrecen al conductor comida y/o limpieza del Jeep, ya que acaban llenos de barro, a cambio de que les lleven la clientela.
Una vez en la parada despertamos a la pequeña, la mayor ya llevaba un rato despierta. E intentamos que salgan todos para estirar las piernas y para ir al baño. La mayor no quiere abandonar el Jeep y la dejamos descansar tranquila dentro del vehículo; tampoco quiere ni comer ni ir al baño. Mientras, el resto de pasaje del Jeep, pregunta curiosos el sexo de los niños ya que justamente los niños visten más de rosa y las niñas más de azul.
Después de que todos los demás hayan estirado las piernas, e ido al baño, seguimos con el trayecto. Esta vez mucho menos tranquilo. La mayor empieza a vomitar al poco de continuar, a pesar de pedir una bolsa de plástico ésta no llega a tiempo y el vómito queda en la pared de su lado del Jeep. La pequeña tarda poco en querer imitar a su hermana, pero la intentamos distraer y junto con la ventilación del vehículo todo ayuda a que no sea la siguiente. Al cabo de un buen rato, la situación se repite, pero por suerte estamos a punto de llegar a Bhimphedi.
Una vez en Bhimpedi, ya oscuro, llamamos a otros voluntarios para que nos ayuden a cargar las maletas y a llevar a los niños hacia Balmandir (casa de los niños). Caminamos despacio por entre las calles de Bhimphedi, ahora bien oscuras. Al llegar todos los niños del centro los reciben con mucha ilusión, los estaban esperando con impaciencia, y aún más las Didis. Están bien cansados y van a dormir temprano.
Al día siguiente se descubre como el mayor de quietecito no tiene nada, y es el más movido del centro, no para quieto ni un segundo: con ganas de descubrir todos los rincones y de hacer tantas actividades como puede, quien lo diría que era el más quietecito y bondadoso en el Jeep. El más pequeño es el preferido tanto de las niñas como de las Didis. A las niñas nuevas les cuesta un día más pero terminan jugando todos juntos y con una sonrisa bien grande de oreja a oreja, también se hace raro recordar tantos llantos en el Jeep.
El siguiente día ya se compran zapatos para la pequeña y todos juntos van a hacerse las fotos con el uniforme para matricularse en la escuela, y ya esta todo listo para empezar el curso.