Mikel Zubiaga y Nerea Guezuraga, voluntarios del proyecto Awasuka y del centro de acogida de Bhimphedi entre los meses de Agosto y Octubre:
Como ya os comentamos hace un tiempo, debido a los terremotos de abril y mayo, el edificio de la Dinastía Rana (1846-1951) que tenemos dentro del centro de acogida quedó afectado estructuralmente. Se trata de un edificio construido para la familia que fue gobernante de Nepal, con lo cual tiene una calidad arquitectónica como pocos edificios de la zona. Después del terremoto se decidió que ante la inestabilidad del mismo, sólo iba a ser utilizado como almacén, al menos hasta que fuese intervenido estructuralmente.
En el viaje de identificación realizado por el equipo del proyecto Awasuka en julio se hizo un análisis estructural del mismo y se identificó la que es la causa principal de las grandes grietas que el edificio tiene en sus muros exteriores: la estructura de la cubierta había sido modificada en algún momento de la historia del edificio, haciendo que su funcionamiento estructural no fuese como el que originalmente debía ser. Los tornapuntas (las barras diagonales) de las cerchas habían sido retirados dejando solo una de las diagonales en una de las cerchas. En condiciones normales la ausencia de este elemento no era un gran problema a corto o medio plazo… pero vino el terremoto.
Así pues, antes de reparar las grietas y reforzar las paredes lo primero que había que hacer era reparar la estructura de la cubierta. Lo que en principio parecía tarea sencilla, poner las nuevas diagonales en el lugar marcado por las anteriormente existentes, nos ha dado varios dolores de cabeza y nos ha hecho sudar de lo lindo.
Antes de empezar, cuando estábamos analizando las patologías del edificio nos dimos cuenta de que los tirantes de las cerchas cambiaban de tamaño en el sitio donde está la pared interior que separa las habitaciones de las escaleras. Así que lo primero que hicimos fue picar parte del suelo de la buhardilla para ver cómo estaba el citado tirante y vimos que, efectivamente, estaba formado por dos vigas de diferente tamaño, pero por suerte la unión estaba bien realizada, así que el tirante funciona como tal.
Los siguientes días los pasamos con continuos tiras y afloja con el carpintero local, Bahadur, que contratamos para hacer la obra. Él es un carpintero con muchos años de experiencia y nosotros unos extranjeros que le venimos a decir cómo hay que intervenir en un edificio histórico de su propio pueblo… Os podéis imaginar cómo nos veía… «Los pesados de turno que vienen a decirme como tengo que hacer mi trabajo»… No fue fácil empezar.
Le tuvimos que convencer de que los nuevos tornapuntas que inicialmente había serrado no servían, que tenía que repetirlos para que tuviesen la medida de los originales. Le tuvimos que convencer de que era necesario apuntalar todas las alturas del edificio. Y por último, lo más complicado fue convencerle de que, una vez puestos los tornapuntas, había que cortar la parte inferior ni más ni menos que del pendolón (la barra vertical de la estructura de la cubierta que acaba a la altura del tirante, pero no debe tocarlo!). ¿Cómo vamos a cortar esto? ¿Éstos que quieren, que se nos caiga el edificio encima?
Cuatro días de duro trabajo después salíamos del edificio siendo amigos de Bahadur, y habiendo conseguido que la estructura de la cubierta vuelva a funcionar correctamente.
Antes, durante y tras la obra hemos vaciado y limpiado el edificio… El siguiente paso será reparar las grietas y reforzar los muros, con lo que el edificio será capaz de resistir, además del paso del tiempo, futuros terremotos, aunque esperamos que no lleguen pronto…