Escrito por Ashok Siwakoti, beneficiario de Amics del Nepal
Viví en la casa de acogida de Bhimphedi Durante 12 años. Tenía sólo 5 años cuando me llevaron de la casa de acogida de Naxal en Katmandú. Al principio la casa de acogida era gestionada por el mismo gobierno, pero unos años más tarde la gestión fue transferida a la ONG Amics del Nepal que todavía se hace cargo ahora. Todo empezó a ir bien en ese momento (comida, instalaciones, el entorno…). Todos estuvimos muy contentos del cambio.
Antes no habíamos visto muchos extranjeros. Como el año nuevo llega una vez al año, también venía un extranjero una vez al año en Bhimphedi. A partir de ese momento empezamos a conocer más y más extranjeros y tener buenas conversaciones con ellos. Mejoramos mucho nuestras habilidades de comunicación y de inglés.
Pocos años más tarde, Amics del Nepal comenzó a enviar voluntarios de forma regular. Estos voluntarios enseñan muchas cosas a los niños y niñas y organizan muchas actividades. Cada año nuevos voluntarios vienen y algunos de los antiguos regresan. Cada año nuevos proyectos para el desarrollo y mejora de la casa de acogida y del pueblo se llevan a cabo.
Vivir en Balmandir era genial. Allí tenía muchos amigos y vivíamos todos como una familia. Allí celebrábamos todos los festivales y aniversarios, bailábamos y cantábamos, nos ayudábamos y nos peleábamos a veces también. Pasé los mejores momentos de mi vida y guardo recuerdos fantásticos.
La vida es muy simple y divertida a Balmandir. Tras despertarse y tomar leche o té con leche estudiábamos un poco. Entonces, después de comer el «Dalbat» íbamos a la escuela. Hacia las cuatro era hora de jugar. A las seis comíamos «Dalbat» de nuevo y después de hacer los deberes y estudiar nos poníamos a dormir en nuestras literas. Esta era la rutina cuando vivía allí.
Con el cuidado del personal y el amor de mis hermanos y hermanas, era suficiente para mí para ser feliz. Siempre me he sentido como en casa en Balmandir y siempre lo sentiré así. Es un lugar magnífico para vivir.
Podemos quedarnos allí hasta terminar clase 10. Algunos de los chicos terminan cuando tienen 19 años, algunos con sólo 15. Yo tenía 15 cuando terminé y en ese momento me fui a vivir a Katmandú para una nueva vida.
Tras dejar Balmandir me sentía como un recién nacido, no sabía nada. Todo era muy diferente fuera. Mi estilo de vida cambió radicalmente. Nueva casa, nueva ciudad, nueva gente, nueva escuela, nuevo entorno, una vida diferente en la que a menudo me sentía solo y asustado, al comienzo. Pero Amics del Nepal tiene personal para hacer nuestro seguimiento una vez salimos de la casa de acogida. Dani continuó encontrándose conmigo regularmente para darme información sobre todo ello, motivandome, aconsejándome, dándome apoyo económico cuando era necesario y promoviendo mis ideas. Me ayudó a encontrar lugar para vivir, trabajo, instituto y muchas más cosas que se necesitan para vivir independiente. De esta manera no me sentí tan solo ni indefenso.
Pero en aquel momento hubieron los grandes terremotos en Nepal y la vida se volvió más peligrosa y difícil. El bloqueo comercial que duró 8 meses tampoco ayudó… Era casi imposible cocinar porque no había bombonas de butano en ninguna parte, y la luz la cortaban más de 12 horas al día.
Amics del Nepal también me ayudó en ese momento, y siempre estaré agradecido por ello. Hice un curso en EduLift antes de empezar el bachillerato. También he hecho un curso de cocina en Cocina Mitho Chha y un curso de informática. Y aún practico cocinando cada día y utilizando uno de los ordenadores que nos cedieron a Amics de Nepal el programa UPC-reutiliza.
Empecé a estudiar en un instituto privado tras conseguir una beca. También empecé a trabajar, al mismo tiempo, haciendo de portero en un edificio. Era un trabajo fácil pero donde no aprendía mucho, estaba mucho rato solo y no tenía vacaciones.
Así pues, después de casi un año, decidí cambiar de trabajo y me contrataron en «Un Día Blanco Eco Inn Guest House» donde los voluntarios de Amics del Nepal suelen alojarse cuando están en Katmandú. El trabajo no es difícil pero si que aprendo muchas cosas nuevas. Y tengo mucho más tiempo libre. Ahora estoy disfrutando de mi trabajo y mi vida. Los estudios también bien.
Hace un par de meses empecé a aprender a tocar la guitarra también. Mónica, de Amics de Nepal, lo hizo posible. Me dio una guitarra y me encontró un músico para que me hiciera clases. Estoy disfrutando mucho de las clases y de mi guitarra.
¡Siempre estaré agradecido a Amics de Nepal!